“La violencia de género no responde a ninguna lógica natural, sino a un exceso de cultura patriarcal”, sostenía la antropóloga Francoise Heritier. Creía que “la humanidad es la especie más estúpida: es la única donde los machos matan a sus hembras”, sostuvo la antropóloga. En este 8M, la violencia hacia las mujeres, por nuestra condición de mujer, alarma, y con las cifras que existen, desalienta pues se convierte en una problemática cuesta arriba.
Hace más de un siglo, un 08 de marzo de 1908, obreras de una empresa neoyorkina, decidieron entrar en huelga y de manera pacífica encerrarse en la fábrica, pues las condiciones laborales para las mujeres eran deplorables, 14 horas de trabajo al día; muchas estando embarazadas, otras dando de lactar y además debiéndose dedicar a las tareas del hogar. Los salarios eran bajísimos respecto a los que recibían los hombres. En esa protesta laboral murieron calcinadas 129 mujeres entre las edades de 19 y 24 años. En aquel entonces, las demandas laborales fueron las más urgentes y gracias a esas mujeres y las que las antecedieron en 1857, y las que vinieron después, es que gozamos de derechos conquistados.
Los derechos que en la actualidad tenemos y ejercemos tienen nombres de mujeres. Ellas se jugaron la vida para que las generaciones futuras gocen de los mismos: Sor Juana Inés de la Cruz, Olympia de Gauges, Sojouner Truth, Flora Tristán, Marie Curie, Indira Gandhi, Betty Friedan, Adela Zamudio, Rosa Luxemburgo, Virginia Woolf, Alfonsina Storni, Frida Kahlo, Eva Perón, Simone de Beauvoir y una lista interminables de feministas que en distintos campos posibilitaron conquistas, se enfrentaron a regímenes y contextos machistas, a las activistas como Rigoberta Menchú, Malala Yousafzai, a las asesinadas Marielle Franco, Bertha Cáceres, Masha Amini entre las muchas que la vida les fue segada.
Si en 1908 la principal reivindicación fue por los derechos laborales, hoy en día, la demanda y clamor central es una vida libre de violencia. Los feminicidios en Bolivia en lo que va del año llegaron a casi dos decenas. En América Latina cada día 12 mujeres son asesinadas, o sea más de 4000 mujeres mueren cada año. El 90% de los feminicidas son hombres conocidos por la víctima y el 56% son parejas o exparejas. Por tanto, no tenemos nada que celebrar.
Cada 10 minutos una mujer o niña es víctima de violencia sexual. En el continente 1 de cada 3 ha vivido violencia física o sexual alguna vez. Y cada día ocurren 12 violaciones. Y al interior de sus propios hogares, 7 de cada 10 mujeres son violentadas. La vivienda se convierte en un lugar inseguro. Por tanto, este 8M no tenemos nada que celebrar.
No entendemos qué es lo que tiene que pasar, o quién tiene que morir para salir del aletargamiento en el que nos encontramos, como sociedad, pues la epidemia de los asesinatos a las mujeres es una lacra que se está normalizando, y que no nos horroriza. Por tanto, este 8M no tenemos nada que celebrar.
En el mundo existen 2400 millones de mujeres que no tienen los mismos derechos económicos que los hombres. Por tanto, este 8M no tenemos nada que celebrar.
Las mujeres en Afganistán tienen prohibido el acceso a la educación, la prohibición de estudiar en la universidad y la de trabajar. La situación de las mujeres afganas impuesta por los talibanes, empeora drásticamente. Por tanto, este 8M no tenemos nada que celebrar.
Como bien ha afirmado Antonio Guterres, el secretario general de la ONU en vísperas del Día Internacional de la Mujer, “los avances logrados en décadas se están evaporando ante nuestros ojos (...) al ritmo actual, ONU Mujer prevé que se necesitarán 300 años para la igualdad entre hombres y mujeres”. Por tanto, este 8M no tenemos nada que celebrar.
Gabriela Canedo Vásquez es socióloga y antropóloga