San Ignacio de Mojos, 10 de octubre de 2022 (ANF).- Isireri, una de las principales lagunas del municipio de San Ignacio de Mojos, Beni, sucumbe silenciosamente en la actualidad ante la alarmante contaminación que mina su futuro y la indiferencia de muchos pobladores locales que han coadyuvado en su lento y preocupante deterioro.
“El nivel de contaminación es muy alto. Se muestra un grado de contaminación muy preocupante, algo que no solo debe llamar la atención de las autoridades, sino de toda la población de San Ignacio y de la provincia Mojos porque es vital la conservación de esta laguna”, manifestó Alfredo Añez, director ejecutivo del Centro de Estudios Hoya Amazónica - HOYAM MOJOS, en contacto con ANF.
El representante fue parte de los expositores que participaron del foro temático Desarrollo y Sostenibilidad: miradas y perspectivas alternativas que fue organizado por la Parroquia y el Museo de San Ignacio de Mojos.
La laguna Isireri cuenta con una dimensión aproximada de 6 kilómetros de largo por 5,6 kilómetros de ancho y cuya superficie consta de 19,30 kilómetros cuadrados. Se trata del principal proveedor de agua para el consumo de la comunidad local, lo que acrecienta el riesgo por su contaminación.
Añez explicó que existen varios factores que propiciaron la contaminación de la laguna en cuestión, entre los cuales destacan dos: el escaso recambio de las aguas del Isireri y la intervención humana a través de la pesca indiscriminada y a gran escala.
El Mausa y el Isireri, lagunas en riesgo latente
La laguna Mausa se ubica a unos 10 kilómetros al suroeste de la población de San Ignacio de Mojos. Con una superficie de 2.489 kilómetros cuadrados, se trata de otro espejo de agua cuyo arroyo desemboca en la laguna Isireri, factor decisivo para la supervivencia de ambas lagunas.
Es decir, la desembocadura de aguas de la laguna Mausa permite que el Isireri cumpla con el recambio de aguas, proceso vital para el equilibrio del ecosistema y la existencia de peces nativos en ese espejo de agua.
Sin embargo, la construcción de la carretera Trinidad - San Borja ha generado un serio problema para el mencionado proceso, ya que el trazo de este a oeste de esta vía corta perpendicularmente el arroyo Mausa, lo que provoca que el flujo del agua disminuya y se evite un intercambio y renovación natural de aguas de la laguna Isireri.
“En nuestro criterio, el paso de agua que se ha hecho por debajo de la carretera es angosto y además se llena de vegetación. Eso hace que el flujo de agua ya no sea el mismo de antes y que el Isireri ya no reciba tanta agua como antes”, dijo.
El director de la HOYAM Mojos explicó que desde el sector que une las carreteras hacia Cochabamba y San Borja hasta el arroyo Mausa se detectaron al menos 14 pasos de agua que se comunican de izquierda a derecha de la carretera están disminuidos y no hay un flujo corriente de agua como en el pasado.
“Creemos que se debería hacer un paso de agua en el arroyo Mausa de aproximadamente ocho metros de ancho y al menos dos metros de alto, ya que el corte de abastecimiento y renovación de aguas pone en la deriva y en grave deterioro al Isireri. Es urgente la apertura de estos pasos de agua”, advirtió.
Pese al desalentador panorama, Añez manifestó que no todo está perdido y que las acciones que se generen a partir de espacios de reflexión, como el foro temático Desarrollo y Sostenibilidad, pueden ser vitales para evitar una mayor afectación de la laguna Isireri.
“Evidentemente, estamos en una cuenta regresiva, pero aún hay soluciones para salvar la laguna”, complementó.
La pesca a gran escala y su desastroso impacto
Otro factor clave para el deterioro de la laguna Isireri es el impulso de la pesca a gran escala que va en desmedro de la fauna piscícola del lugar. Según Añez, la gente comenzó a usar mallas para la pesca y dejó atrás la utilización de cañas y anzuelos, lo que derivó en la sobreexplotación de peces y el desequilibrio ecológico que derivó en la proliferación de especies de peces que ya no encontraron a sus predadores naturales o también denominados “controladores biológicos”.
“Una investigación de la Universidad Autónoma del Beni (UAB) evidenció que la cantidad de peces se ha reducido de forma alarmante. Solo se han encontrado seis variedades de peces en la laguna que anteriormente era rica en peces”, agregó.
Una de las especies que actualmente prolifera en la laguna Isireri es la piraña o palometa, peces que han generado el temor de la población local que ha informado de ataques a bañistas que llegaron al lugar.
A través de otra investigación encargada por el municipio de San Ignacio de Mojos a la Dirección del Centro de Investigaciones de Recursos Acuáticos de la UAB se evidenció que las posibles razones para el comportamiento hostil de las pirañas se debe a factores climáticos y biológicos.
“Los factores climáticos afectan a los peces de la laguna con altas y bajas temperaturas, esto debido al inexistente recambio de aguas por el arroyo del Mausa. Los factores biológicos son causados por la presión de la mano del hombre a través de la pesca indiscriminada, lo cual produce un desequilibrio en la ictiofauna”, explicó.
Añez advirtió que los factores climáticos y sus consecuencias están alejados del control del hombre, pero que los factores biológicos necesitan ser controlados y revertidos para evitar el colapso ambiental de la laguna Isireri.
“Sería una tragedia para la biodiversidad de la laguna Isireri y si no se toman medidas para revertirlo se convertirá en una laguna sin peces nativos y por la contaminación en un peligro latente para la población”, agregó.
“Agua que no has de beber…”
A las causas ya mencionadas se suma la contaminación que genera la población a través de sus aguas servidas. San Ignacio de Mojos es una de los tantos municipios del oriente del país que no cuentan con un sistema de alcantarillado, lo que hace que gran parte de los desechos líquidos desemboquen en la laguna Isireri.
Lo alarmante es que estas mismas aguas son utilizadas por su gente para el consumo, lo que representa un riesgo latente ante la contaminación que merma día a día la existencia de la laguna ignaciana.
“Además de estos factores también se registra la presencia de estancias ganaderas que la rodean a la laguna. Eso también influye y se debería proteger los alrededores de la laguna para que no hayan asentamientos humanos para evitar una serie de problemas contra el hábitat de la laguna”, advirtió.
En mayo de 2016, el expresidente Evo Morales entregó una planta de tratamiento de agua potable en San Ignacio de Mojos, cuya inversión, según el dato de distintos medios de comunicación, fue de al menos Bs 4,6 millones. De esa manera, se buscaba garantizar que el agua extraída de la laguna Isireri fuera adecuada para el consumo humano.
A más de cinco años de su entrega, la planta se encuentra descuidada y aparentemente olvidada por sus administradores.
En una visita de ANF a sus instalaciones, se evidenció que el espacio no cuenta con muros o sistemas de seguridad, por lo que las personas ingresan al lugar y tienen acceso a las piscinas de tratamiento y demás espacios.
Ante el peligro de la contaminación del agua, gran parte de la población de San Ignacio de Mojos optó por comprar y comercializar el líquido vital en botellones o perforar pozos privados, lo que representa un gasto muy elevado que muchos no pueden costear.
Mortandad de peces
Según la explicación de Añez, la degradación del medio acuático y el cambio climático también influyen para empeorar las condiciones de contaminación de la laguna Isireri. La mortandad de especies piscícolas en el Isireri es uno de sus desastrosos efectos.
El especialista recordó que en julio de 2010 y tras un periodo invernal muy complicado, la vida silvestre del espejo de agua fue duramente golpeada por una brusca baja de temperatura de seis grados, algo que era inusual en esta zona amazónica.
“Esto hizo que miles de peces de la laguna murieran congelados. Así, sus cuerpos en descomposición comenzaron a contaminar el agua. Esta mortandad de peces representó un peligro por los focos de infección que se generaron y que pusieron en riesgo la salud humana. Han transcurrido varios años desde aquel evento y las alertas comienzan a ser una realidad que golpea a la laguna”, comentó.
Preocupación e indiferencia
Durante el foro temático Desarrollo y Sostenibilidad: miradas y perspectivas alternativas, habitantes de San Ignacio de Mojos y representantes indígenas expresaron su alarma y preocupación por la situación de la laguna Isireri, considerado uno de los atractivos turísticos de la zona y de vital importancia para el ecosistema de la región mojeña.
“Da pena la situación y ojalá estuviera en este evento alguien de la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve) o alguna autoridad municipal. Bonito fuera que nos unamos entre todos para ver esta situación que nos afecta a todos los mojeños”, manifestó Julián Moye, secretario de Tierra y Territorio del Territorio Indígena Mojeño Ignaciano (TIMI).
El representante cuestionó que el asentamiento de nuevos barrios en las orillas del Isireri cuente con la autorización de las autoridades municipales y, de esa manera, se incremente la contaminación en la ya afectada laguna.
Asimismo, Moye, así como muchos de los participantes del foro temático, criticó la conformación de una asociación de pescadores en el municipio, organización a la que responsabilizó por la pesca a gran escala que poco a poco acaba con las especies piscícolas del lugar.
“¿Quién los autorizó para organizar y depredar a los peces dentro de la laguna? Creo que como mojeños tenemos nuestra cultura y hemos ido pescando con varita. Pescamos para alimentar a nuestras familias, pero estos se han asociado para pescar y generar su negocio”, enfatizó.
Finalmente, la autoridad indígena solicitó la colaboración de los profesionales para iniciar acciones puntuales y así evitar un mayor desastre en la laguna.
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