Hijo de Encarnación Quispe Mamani, mujer aymara que creció y vivió como “huyjata”, razón por la cual no aprendió a leer ni escribir, y menos hablar castellano, pero que siempre supo cuidar de sus hijos solo con la sabiduría de una madre estadista, y de Apolinar Atahuichi Condori, un agricultor andino sin tierras y de raíces quechuas que trabajó de manera incesante muchas veces haciendo adobes para sacar adelante a sus seis hijos; Atahuichi se tituló el 27 de abril de 2018 en un acto de colación realizado en el paraninfo universitario.
Autor de la tesis: “Crecimiento y exportaciones: el papel del sector exportador boliviano en el crecimiento económico y el empleo”, Atahuichi recuerda: “me he criado en El Alto, en el colegio Mariscal José Ballivián, mi mamá no habla castellano, solo habla el idioma aymara, mi papá es campesino, cría ovejitas y labra la tierra, vengo de una familia muy humilde”.
Atahuichi no duda que sus “genes” por aprender e investigar, vienen de su mamá, quien a pesar de no hablar castellano no deja de estudiar. “Mi mamá hace el esfuerzo de estudiar el castellano en cuanto puede por las noches, y eso lo lleva eso en sus genes, tiene sus anotaciones, repasa las vocales y el abecedario, pero llora y dice que hubiera sido preferible perder una oreja antes que no saber hablar castellano, y que incluso hubiera preferido ser sirvienta de alguna familia pudiente, donde al menos podría haber aprendido el castellano”, menciona.
Para el flamante Doctor en Economía, no fue fácil su camino, pues en medio de muchas limitaciones económicas, luego de culminar sus estudios en un colegio fiscal de la ciudad de El Alto, se tuvo que ir a vivir a un cuarto en alquiler sin baño en la ciudad de La Paz, todo con la esperanza de superación profesional.
“He estudiado en un colegio fiscal, luego me vine a la universidad, alquilé un cuartito como cualquier jovencito para estudiar en la carrera de Economía, con deseos de superarme. Luego de titularme en Economía se me presenta la posibilidad de estudiar una maestría en la Escuela Militar de Ingeniería (EMI) en Administración de Empresas, y me inserto en esa maestría, era el año 2003 y logré culminarlo el 2005, sin contar con un solo centavo para proseguir y pagar las tan caras pensiones mensuales. Ante esta situación precaria tuve que proponer firmar un contrato de pago a la conclusión de la maestría, las autoridades de la EMI de entonces me aceptaron ese contrato. Aún conservo una copia de ese contrato”, señala.
No contento con la maestría, Atahuichi decide emprender una nueva aventura académica, y el 2007 se postula a la convocatoria de la Facultad de Ciencias Económicas y Financieras para el programa de Doctorado en Economía, “sin dudar me inscribí porque cumplía con los requisitos de licenciatura y maestría que son fundamentales”.
Y desde entonces, 2008, cursó el programa que tuvo algunos contratiempos. “Egresamos el 2011 con todas las burocracias que había que cumplir de por medio y partir de la gestión 2012 empecé a trabajar la tesis”, recuerda.
Su tesis y la importancia de las exportaciones en la economía
Después de observar la realidad nacional, Atahuichi identificó que uno de los problemas fundamentales por las que atraviesa la economía boliviana, es la “crisis estructural de generación de valor agregado - generación de riqueza, crecimiento económico y generación de fuentes de empleo”, lo cual indujo a leer bibliografía relativa al tema, estudios, investigaciones, cotejar estadísticas y recoger recomendaciones de docentes y su tutor Ph.D. Ivan Velásquez y los miembros del Tribunal de Tesis, entre ellos se destaca el Ph.D. Carlos Machicado. La Tesis inició con la elaboración de su perfil, tesina, la pre-defensa y su defensa. El trabajo pasó por varios filtros.
“Siempre con la impaciencia de observar la realidad nacional y preocupado por la problemática de la economía nacional, de cómo generar valor agregado - riqueza, como fomentar las exportaciones, cómo lograr crecimiento económico, como enfrentar la pobreza, la desigualdad, trabajé mi tesis: en la que hago notar que una de las conclusiones principales de la investigación es uno de los factores que permite la generación del valor agregado es el conocimiento técnico”, afirma.
Atahuichi considera que la generación del valor agregado, las exportaciones, el crecimiento económico y el empleo van de la mano, porque a través de las exportaciones una economía logra sus ingresos y acumula riqueza, y si hay riqueza hay empleo. “Hay una triada, una cosa natural entre exportaciones, crecimiento y empleo”, sostiene.
Investigador innato y también especialista en asuntos de seguridad y defensa del Estado, Atahuichi se preocupó por los temas estructurales que hacen a la economía del país, revisó la historia del desenvolvimiento de la economía de Bolivia desde su fundación, en 1825, y desde que el país en su condición de República vivió una suerte de una economía de exportación de materias primas.
Identificó que Bolivia sufre de un problema estructural, que se llama “crisis de generación o crisis de generación de valor agregado” desde la república hasta la actualidad. “No podemos salir de este problema estructural. En perspectiva histórica las exportaciones de Bolivia desde su fundación, preponderantemente se resume principalmente a tres materias primas: la plata (1825-1900), el estaño (1901-1985) y el gas natural (1986 – al presente). La historia de la industrialización de Bolivia se resumen a cuatro hitos o momentos históricos: 1) inicios de modernización (1890-1941); 2) El primer intento de diversificación con el Plan Bohan, la Corporación Boliviana de Fomento y la Industrialización Sustitutiva de Importaciones (1942-1985); 3) el segundo intento con la política de capitalización y privatización (1986-2005), y 4) el tercer intento con la política nacionalista-estatista (2006- al presente). Bolivia se encuentra estancada en los intentos de industrialización”, afirma.
Sin embargo dice que Bolivia hizo algunos intentos por diversificar sus exportaciones y generación de valor agregado, como cuando en 1842 con el Plan BOHAN el plan haría posible la apertura de la carretera hacia el oriente, y a finales de los años 40 aparecerá el pensamiento cepalino de Raúl Prebisch que es el fomento de la Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI), y toda esa corriente de pensamiento que planteará la CEPAL en la región debido a que el problema que atraviesa las economías nacionales latinoamericanas, están basadas en la exportación de recursos naturales.
Alrededor de esta problemática dice que se tejió toda una estructura institucional y de pensamiento, que es la corriente de la CEPAL, y pretendió avanzar en la senda de la industrialización como un desafío para las economías subdesarrolladas latinoamericanas.
En su tesis, Atahuichi también identifica tres periodos importantes que marcan el tipo de exportación predominante por el que transitó el país; el primero, de 1970 a 1985, donde el 61,54% son exportaciones de minerales frente al 28.03% de hidrocarburos y el 10,06% de no tradicionales; el segundo momento de 1985 al 2005, donde los no tradicionales representan el 35,69% de las exportaciones, seguido de los minerales con el 34,82% y los hidrocarburos con el 23.36%.
El tercer momento, del Gobierno de Evo Morales, del 2006 al 2015, las exportaciones basadas en el extractivismo representan casi el 80%; a razón del 47,22% de hidrocarburos y el 30.45% de minerales, mientras que los no tradicionales llegan al 20.76%, lo que significa que no sólo que el país retornó a la alta dependencia de las materias primas, sino que profundizó su dependencia.
“Hoy, 2018, seguimos en crisis de creación de valor agregado. Aún no podemos despegar en la diversificación de la exportación de nuestras exportaciones (…). La CEPAL ha entendido que para salir de esta pobreza y desigualdad social la economía debía incorporar valor agregado a sus materias primas, y eso hoy se maneja como retórica por muchos analistas económicos. En este momento, a cualquier académico le preguntas ¿Cuál es el problema para despegar con la industrialización en Bolivia? y te responden al unisonó: la falta del valor agregado” afirma.
Al respecto, Atahuichi reitera que uno de los factores que permite la generación de valor agregado – exportaciones, riqueza, crecimiento económico y empleo, es el “Conocimiento técnico” y no el conocimiento social y/o humanístico.
Por otro lado señala que medir el crecimiento de la economía, en términos de crecimiento porcentual, es engañoso, si ese crecimiento económico no está acompañado por el desarrollo de la “Educación técnica”, por tanto solo sería un crecimiento cuantitativo y no cualitativo. Solo es posible generar empleos formales y sostenibles con un crecimiento económico basado en el “Conocimiento técnico”.
Hijo de Encarnación Quispe Mamani, mujer aymara que creció y vivió como “huyjata”, razón por la cual no aprendió a leer ni escribir, y menos hablar castellano, pero que siempre supo cuidar de sus hijos solo con la sabiduría de una madre estadista, y de Apolinar Atahuichi Condori, un agricultor andino sin tierras y de raíces quechuas que trabajó de manera incesante muchas veces haciendo adobes para sacar adelante a sus seis hijos; Atahuichi se tituló el 27 de abril de 2018 en un acto de colación realizado en el paraninfo universitario.
Autor de la tesis: “Crecimiento y exportaciones: el papel del sector exportador boliviano en el crecimiento económico y el empleo”, Atahuichi recuerda: “me he criado en El Alto, en el colegio Mariscal José Ballivián, mi mamá no habla castellano, solo habla el idioma aymara, mi papá es campesino, cría ovejitas y labra la tierra, vengo de una familia muy humilde”.
Atahuichi no duda que sus “genes” por aprender e investigar, vienen de su mamá, quien a pesar de no hablar castellano no deja de estudiar. “Mi mamá hace el esfuerzo de estudiar el castellano en cuanto puede por las noches, y eso lo lleva eso en sus genes, tiene sus anotaciones, repasa las vocales y el abecedario, pero llora y dice que hubiera sido preferible perder una oreja antes que no saber hablar castellano, y que incluso hubiera preferido ser sirvienta de alguna familia pudiente, donde al menos podría haber aprendido el castellano”, menciona.
Para el flamante Doctor en Economía, no fue fácil su camino, pues en medio de muchas limitaciones económicas, luego de culminar sus estudios en un colegio fiscal de la ciudad de El Alto, se tuvo que ir a vivir a un cuarto en alquiler sin baño en la ciudad de La Paz, todo con la esperanza de superación profesional.
“He estudiado en un colegio fiscal, luego me vine a la universidad, alquilé un cuartito como cualquier jovencito para estudiar en la carrera de Economía, con deseos de superarme. Luego de titularme en Economía se me presenta la posibilidad de estudiar una maestría en la Escuela Militar de Ingeniería (EMI) en Administración de Empresas, y me inserto en esa maestría, era el año 2003 y logré culminarlo el 2005, sin contar con un solo centavo para proseguir y pagar las tan caras pensiones mensuales. Ante esta situación precaria tuve que proponer firmar un contrato de pago a la conclusión de la maestría, las autoridades de la EMI de entonces me aceptaron ese contrato. Aún conservo una copia de ese contrato”, señala.
No contento con la maestría, Atahuichi decide emprender una nueva aventura académica, y el 2007 se postula a la convocatoria de la Facultad de Ciencias Económicas y Financieras para el programa de Doctorado en Economía, “sin dudar me inscribí porque cumplía con los requisitos de licenciatura y maestría que son fundamentales”.
Y desde entonces, 2008, cursó el programa que tuvo algunos contratiempos. “Egresamos el 2011 con todas las burocracias que había que cumplir de por medio y partir de la gestión 2012 empecé a trabajar la tesis”, recuerda.
Su tesis sobre la importancia de las exportaciones en la economía nacional
Después de observar la realidad nacional, Atahuichi identificó que uno de los problemas fundamentales por las que atraviesa la economía boliviana, es la “crisis estructural de generación de valor agregado - generación de riqueza, crecimiento económico y generación de fuentes de empleo”, lo cual indujo a leer bibliografía relativa al tema, estudios, investigaciones, cotejar estadísticas y recoger recomendaciones de docentes y su tutor Ph.D. Ivan Velásquez y los miembros del Tribunal de Tesis, entre ellos se destaca el Ph.D. Carlos Machicado. La Tesis inició con la elaboración de su perfil, tesina, la pre-defensa y su defensa. El trabajo pasó por varios filtros.
“Siempre con la impaciencia de observar la realidad nacional y preocupado por la problemática de la economía nacional, de cómo generar valor agregado - riqueza, como fomentar las exportaciones, cómo lograr crecimiento económico, como enfrentar la pobreza, la desigualdad, trabajé mi tesis: en la que hago notar que una de las conclusiones principales de la investigación es uno de los factores que permite la generación del valor agregado es el conocimiento técnico”, afirma.
Atahuichi considera que la generación del valor agregado, las exportaciones, el crecimiento económico y el empleo van de la mano, porque a través de las exportaciones una economía logra sus ingresos y acumula riqueza, y si hay riqueza hay empleo. “Hay una triada, una cosa natural entre exportaciones, crecimiento y empleo”, sostiene.
Investigador innato y también especialista en asuntos de seguridad y defensa del Estado, Atahuichi se preocupó por los temas estructurales que hacen a la economía del país, revisó la historia del desenvolvimiento de la economía de Bolivia desde su fundación, en 1825, y desde que el país en su condición de República vivió una suerte de una economía de exportación de materias primas.
Identificó que Bolivia sufre de un problema estructural, que se llama “crisis de generación o crisis de generación de valor agregado” desde la república hasta la actualidad. “No podemos salir de este problema estructural. En perspectiva histórica las exportaciones de Bolivia desde su fundación, preponderantemente se resume principalmente a tres materias primas: la plata (1825-1900), el estaño (1901-1985) y el gas natural (1986 – al presente). La historia de la industrialización de Bolivia se resumen a cuatro hitos o momentos históricos: 1) inicios de modernización (1890-1941); 2) El primer intento de diversificación con el Plan Bohan, la Corporación Boliviana de Fomento y la Industrialización Sustitutiva de Importaciones (1942-1985); 3) el segundo intento con la política de capitalización y privatización (1986-2005), y 4) el tercer intento con la política nacionalista-estatista (2006- al presente). Bolivia se encuentra estancada en los intentos de industrialización”, afirma.
Sin embargo dice que Bolivia hizo algunos intentos por diversificar sus exportaciones y generación de valor agregado, como cuando en 1842 con el Plan BOHAN el plan haría posible la apertura de la carretera hacia el oriente, y a finales de los años 40 aparecerá el pensamiento cepalino de Raúl Prebisch que es el fomento de la Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI), y toda esa corriente de pensamiento que planteará la CEPAL en la región debido a que el problema que atraviesa las economías nacionales latinoamericanas, están basadas en la exportación de recursos naturales.
Alrededor de esta problemática dice que se tejió toda una estructura institucional y de pensamiento, que es la corriente de la CEPAL, y pretendió avanzar en la senda de la industrialización como un desafío para las economías subdesarrolladas latinoamericanas.
En su tesis, Atahuichi también identifica tres periodos importantes que marcan el tipo de exportación predominante por el que transitó el país; el primero, de 1970 a 1985, donde el 61,54% son exportaciones de minerales frente al 28.03% de hidrocarburos y el 10,06% de no tradicionales; el segundo momento de 1985 al 2005, donde los no tradicionales representan el 35,69% de las exportaciones, seguido de los minerales con el 34,82% y los hidrocarburos con el 23.36%.
El tercer momento, del Gobierno de Evo Morales, del 2006 al 2015, las exportaciones basadas en el extractivismo representan casi el 80%; a razón del 47,22% de hidrocarburos y el 30.45% de minerales, mientras que los no tradicionales llegan al 20.76%, lo que significa que no sólo que el país retornó a la alta dependencia de las materias primas, sino que profundizó su dependencia.
“Hoy, 2018, seguimos en crisis de creación de valor agregado. Aún no podemos despegar en la diversificación de la exportación de nuestras exportaciones (…). La CEPAL ha entendido que para salir de esta pobreza y desigualdad social la economía debía incorporar valor agregado a sus materias primas, y eso hoy se maneja como retórica por muchos analistas económicos. En este momento, a cualquier académico le preguntas ¿Cuál es el problema para despegar con la industrialización en Bolivia? y te responden al unisonó: la falta del valor agregado” afirma.
Al respecto, Atahuichi reitera que uno de los factores que permite la generación de valor agregado – exportaciones, riqueza, crecimiento económico y empleo, es el “Conocimiento técnico” y no el conocimiento social y/o humanístico.
Por otro lado señala que medir el crecimiento de la economía, en términos de crecimiento porcentual, es engañoso, si ese crecimiento económico no está acompañado por el desarrollo de la “Educación técnica”, por tanto solo sería un crecimiento cuantitativo y no cualitativo. Solo es posible generar empleos formales y sostenibles con un crecimiento económico basado en el “Conocimiento técnico”.
/JMC/