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Cultura y farándula

Cine: Piñeiro y las quimeras

"En Amazonas no hay un solo plano feo, mal compuesto, todo está dentro de un preciosismo que se agradece", indica la critica de cine Mónica Heinrich en una reseña acerca del trabajo de Carlos Piñeiro que compite en la selección oficial del Festival de cortometrajes más grande del mundo, el Clermont-Ferrand.
12 de diciembre, 2015 - 10:12
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Amazonas Foto. Pablo Paniagua
Amazonas Foto. Pablo Paniagua

Mónica Heinrich 

La Paz, 12 de diciembre (ANF).- Amazonas es el cuarto trabajo audiovisual del paceño Carlos Piñeiro y lo delata como un realizador sólido. En nuestro país eso no es muy común, la mayor parte de los directores son irregulares así que encontrarse con alguien que pieza a pieza muestra coherencia en su visión es alentador.

Con Plato Paceño quedé convencida que Piñeiro lo tenía y que la dupla formada con Pablo Paniagua le daría grandes cosas al cine boliviano. Hoy, al ver su cortometraje Amazonas, confirmo esa percepción. 

Celestino es un aymara al que llevan engañado a la frontera, le decomisan sus documentos y lo obligan a trabajar en una lavandería en la que además se sospecha corre dinero del narcotráfico.

El guion (autoría de Piñeiro) nos insinúa lo que ocurre, no lo subraya. El director paceño hace un cine en el que los climas son dibujados con precisión. La atmósfera amazónica y el opresivo calor están presentes en cada fotograma como una analogía del ahogo del personaje principal.

Esa es la premisa, la línea de partida y la trama se desarrolla en apenas 15 minutos.

Quizás el mayor pero que le pongo es que a nivel global faltó un punch, un golpe que eleve el corto a otro nivel, el relato quedó muy frío para lo que se contaba o se intentaba decir.

Es decir, a su historia mínima le falta algo de contundencia.

Otro problema (del que adolece todo el cine nacional) es la dirección de actores. Entiendo que se trata de actores naturales, pero la falencia en la interpretación de una situación tan complicada sí le quita puntos a una historia que se nutre de las emociones que sus personajes transmiten.

Amazonas, no obstante, recrea la melancolía que ya vimos en el peluquero que regresa a su hogar en Max Jutam o en la celebración a una vida que es Plato Paceño.

Celestino frente a las lavadoras, doblando la ropa, frente a la tela milimétrica mientras los bichos suenan de fondo, Celestino imaginando una charla que lo lleve hacia la libertad, las copas de los árboles reflejadas en sus ojos, nuevamente las lavadoras, el calor del trópico y la quimera de Brasil, hacen que algo dentro tuyo se conmueva y espere que la marea emocional continúe subiendo hasta inundarte.

No ocurre. Su final llega y surge una sensación de que nos debe algo más.

De todas formas, es un trabajo más que correcto. A ello contribuye notablemente la cuidada fotografía de Pablo Paniagua. En Amazonas no hay un solo plano feo, mal compuesto, todo está dentro de un preciosismo que se agradece.

Piñeiro, por su parte, se aleja de la seudo-experimentación de algunos realizadores de su generación, de las aspiraciones hollywoodenses de otros y poco a poco construye como cineasta una personalidad, un estilo.

Su Amazonas se inscribe dentro de los buenos cortometrajes que se han realizado este año y hace que siga siendo un realizador al cual mirar con interés.

/ANF/