Durante años, desde el mantra de «Crear dos, tres... muchos Viet Nam» —cercano a los que a finales de los ´60 entrábamos en las universidades o nos preparábamos para ello— e incluyendo el final de la Guerra Fría, el concepto más repetido era el marxistaleninista de Guerra (o Batalla) ideológica, repetido desde todas las tendencias...
No hace mucho, acá en Bolivia empezamos a hablar de Batalla (o Guerra) cultural y, más reciente, con el impulso difusor —diré mejor «pedagógico»— sobre el pensamiento liberal por escritores y conferencistas como, entre muchos, Agustín Laje y Axel Kaiser —representantes de la Nueva Derecha, malamente etiquetada como ultra—, la Batalla cultural entró en nuestra discusión inmediata. Pero, ¿qué es?
Una primera y rápida aproximación es que guarda similitud con nuestra conocida Batallaideológica pero si ésta se irradia desde lo político hacia lo social y económico para “parametrizar” (construcción del gens cerrado que predijo Orwell) la población en “los nuestros” («con nosotros») y “los otros” («contra nosotros») —la dicotomía divisora que Castro el Mayor potenció en el Congreso Cultural de La Habana de 1966—, simplificadamente la Batalla cultural va desde lo social y económico —entendidos desde su libertad— hacia reexpresarse en lo político. Una antítesis definitiva. Una definición más precisa aparece en palabras del mismo Laje: «la vida se lanza a la lucha consciente, a la resistencia o a la imposición de determinadas formas. La vida se lanza a la batalla cultura» (La Batalla Cultural, p.42)
Pero cometeremos un gran error si pensamos que el concepto de Batalla cultural es una construcción exclusiva de la Nueva Derecha. Viene desde el filósofo marxista Antonio Gramsci y «el poder se gana por las ideas» (Cuadernos de la cárcel); Gramsci describía la batalla por las ideas —la Batalla cultural— como la verdadera lucha por la hegemonía y pontificaba: «Adueñarnos del mundo de las ideas, para que las nuestras, sean las ideas del mundo». Más contemporáneo, el filósofo y ensayista Zygmunt Bauman acusaba a la socialdemocracia europea de que «haya permitido la victoria de la ideología burguesa en la batalla cultural resulta particularmente lamentable y humillante» y concluye la idea: «La desgracia de la socialdemocracia actual es que no hay una visión alternativa, una ‘utopía’» para proponer «la necesidad de una nueva batalla cultural» (Bauman: “Es necesaria una nueva batalla cultural”, NUSO, Nº 247, set-oct 2013). Sin embargo, Kaiser va a la posición opuesta en su ensayo La fatal ignorancia (que la subtituló La anorexia cultural de la derecha frente al avance ideológico progresista): la derecha —entendamos “tradicional”— quedó desprotegida frente al libreto de una transnacional del pensamiento de la progresía: la vía progre del Grupo de Puebla para la hegemonía en la toma del Poder.
El escenario de la Gran Batalla hoy está en Argentina. ¿Por qué Argentina? Dos décadas de desgobierno de la Banda K pero muchos más de destrucción del país. Como he repetido, los argentinos hoy viven en «una herencia envenenada de desgobiernos populistas —muchos de la progresía pero también otros de derecha o dictatoriales—: 17,5 millones de argentinos (44,7% de una población de poco más de 39 millones) bajo el baremo de la pobreza —un crecimiento del 1,6% desde el último trimestre de 2022=más de 600 mil nuevos pobres— y el 9,6% (más de 3,7 millones) en la indigencia (pobreza extrema=creció el 1,5% este año)—; pero lo más preocupante es que la pobreza entre los menores de 17 años (muchísimos de ellos ni ni) alcanzó al 62,9%, de los cuales el 16,2% vive en hogares indigentes [y están] la inflación desatada (el 142,7% interanual hasta el 23/10 [148,2% desde enero] calculada por Blommberg en el 158,07% entre octubre 2022 y octubre 2023), el aumento de precios (lo que se compraba en octubre 2022 en $200, en octubre 2023 ya costaba más de $516), el mercado de cambios […] una barahúnda de diversos tipos de cambio, el desborde fiscal (el déficit anual llegará al 3% del PIB este diciembre) y las reservas netas negativas del BCRA (al 30/11/2023 tenía reservas netas negativas por USD 11.311 millones» y el IPC del 160,9% acumulado a noviembre (“Ideas nuevas o cómo fracasa el estatismo autocrático populista”, ANF, 9/12/2023). ¿Valía la pena cambiar con motosierra? Lo creyeron los 14.554.560 votantes por Milei en segunda vuelta (el 55,65% de los 26.153.280 votos válidos emitidos).
Descontando las decisiones de seguridad —de suma importancia— y centrándonos en cambios estructurales y económicos, el programa anunciado por el ministro Caputo (dos días después de la asunción presidencial) y ocho días después el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) con 366 artículos y más de 300 medidas, buscan flexibilizar radicalmente la economía; son avanzadas de más anuncios para profundos cambios que forman en conjunto una verdadera “pedagogía de choque”. Y ya tienen muchos opuestos: de fondo, de forma y hasta de inercia.
¿Lo logrará Milei? Yo me tomaré una pausa hasta el 13 de enero que, además, me permitirá “el distanciamiento crítico” que defendía José Luis Borges.
Por lo pronto: ¡Muy felices Fiestas! ¡Bendecido Adviento!
El autor es analista y consultor político