
Por: Mónica Jimenez Mancilla
La Paz, 19 de octubre (ANF).- El tambaqui pecho rojo, una especie de pacú, es la delicia que desde 2015 se produce en la población Curuvina de Yotaú, donde 10 familias impulsan un emprendimiento de piscicultura que apuesta por el cuidado del medio ambiente, como una alternativa mejor que la ganadería y el monocultivo, ya que no se necesita una gran superficie de tierra para la crianza de peces y se evitan los chaqueos.
Jesús Ovando, parte de la Asociación de Piscicultores Curuvina de Yotaú, explica: “uno de los grandes beneficios que traemos a nuestro municipio, es que mediante la producción piscícola, podemos tener nuestros pescados en menor superficie de tierra, cuidando el medio ambiente al no deforestar árboles y protegiendo a la Madre Tierra”, afirma.
Curuvina de Yotaú es una población que pertenece al municipio de El Puente, en la provincia Guarayos de Santa Cruz. Allí hace casi 10 años se conformó la Asociación Civil de Piscicultores, quienes por varios años trabajaron para establecer su organización y equipar su emprendimiento, hasta que lograron la implementación de dos pozas con el apoyo del municipio, donde en 2015 realizaron la primera siembra de peces.
Ramiro Ramírez, presidente de la asociación, cuenta que como muchos de los pobladores en esa región, antes se dedicaba principalmente a la ganadería y la agricultura, sin embargo, decidió optar por la crianza del pacú tambaquí gracias a los grandes beneficios que ofrece este tipo de producción.
Él fue uno de los primeros en hacer la siembra de peces gracias a una dotación de 3.000 alevines otorgados hace cuatro años por el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado, quienes desde entonces acompañan el emprendimiento con apoyo técnico.
“Empezamos con la crianza del pacú, a un inicio ha sido difícil porque no sabíamos cómo era el manejo y la cría de peces, pero gracias a la institución CIPCA nos hemos podido capacitar con técnicos, incluso nos han llevado a otros lugares para hacer intercambio de experiencias y cursos”, cuenta Ramírez.
Seguridad alimentaria amigable con el bosque
Efraín Cuentas Peña, técnico de CIPCA Santa Cruz, explica que este proyecto impulsa a los productores de Curuvina de Yotaú a diversificar su producción, de manera que se garantiza el alimento tanto para las familias que participan del emprendimiento, como para la comunidad; sin dañar el bosque.
“Con la piscicultura, lo que se quiere es que ellos puedan tener alimento disponible en tema de proteína animal, pero también se busca cuidar los árboles. Sabemos que en una ganadería o en un monocultivo se deforesta mucho para producir alimento, entonces con la piscicultura lo que hacemos es disminuir la presión hacia el bosque”, afirma Cuentas.
Se hace esta relación entre la ganadería y la piscicultura debido a que se suele necesitar un aproximado de una hectárea por cabeza de ganado cuando se pueden implementar cerca a 10 estanques para cría de pacú en una misma cantidad de terreno, obteniendo más kilos de carne de pescado que de vaca por año.
En un ciclo de ocho meses los productores pueden obtener más de 1.000 kilogramos de carne por cada estanque o poza y tienen alimento disponible en sus hogares, y también excedentes para el mercado, donde el kilo de carne de pescado cuesta 25 bolivianos.
El proyecto de piscicultura actualmente beneficia a 10 familias de seis comunidades, pero gracias a los conocimientos adquiridos en la asociación, muchos comunarios están incursionando en la cría del pacú en sus parcelas familiares.
Una actividad que integra a la familia
Remberto Alvarado, parte de la directiva, explica que el emprendimiento además de brindar seguridad alimentaria, ha tenido un impacto social favorable en la comunidad sobre todo a nivel familiar, ya que todos los miembros participan de forma activa en la crianza del pacú tambaquí.
“La piscicultura es una actividad integral donde participan nuestras esposas, también nuestros hijos”, afirma Alvarado.
Refiere que esta actividad es relativamente sencilla ya que se debe alimentar a los peces todos los días y en horarios específicos, se deben revisar las orillas, hacer el “malleo” para sacar del estanque a otros peces depredadores y luego en un ciclo de ocho meses realizar la cosecha. En ese tiempo un pacú tambaquí puede llegar a pesar hasta un kilogramo si es bien cuidado.
Sin embargo los productores de la asociación tropiezan con otros problemas como el robo de sus peces o la falta de apoyo financiero por parte de las autoridades para mejorar su emprendimiento.
“Hemos tenido dificultades con la pérdida de peces y por ese motivo CIPCA nos apoyó para colocar la malla olímpica pero todavía falta mejorar la seguridad. En cuanto al beneficio económico lo que logramos recaudar lo invertimos en el proyecto y más adelante veremos las ganancias”, dice Alvarado.
En efecto, con el dinero recaudado de la venta de las primeras siembras de pescado, la asociación ha logrado implementar una sala de viscerado. También cuentan con el registro SENASAG que garantiza la calidad de los pescados.
Además de participar en diferentes ferias en la región, recientemente los socios inauguraron un puesto de venta a la orilla de la carretera, donde los fines de semana sirven pacú a la parrilla, pescado frito y sopa de pacú entre otras delicias.
Lucinda Ruíz, piscicultora, afirma que esta actividad ha cambiado la vida de las familias del lugar, ya que impulsa la contribución de las mujeres a la economía del hogar y su participación en las actividades productivas.
“Nosotros hacemos el trabajo conjuntamente con nuestros esposos, ellos faenan el pescado y nosotros hacemos el preparado, y cuando hay feria todos participamos, es un trabajo muy bonito, coordinado entre hombres y mujeres. El puesto recién lo inauguramos en junio y la idea es vender ahí el pescado y hacer conocer a la gente”, expresa Ruíz.
Si desea obtener mayor información o realizar un pedido puede llamar al 69021373.
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