Esa es la gran interrogante que se hace desde mucho tiempo atrás la población boliviana. Aspecto que a la vez tiene preocupada a una gran mayoría de las personas por saber qué futuro nos depara como país. Desde que el Movimiento Al Socialismo (MAS) está en el poder (enero 2006) lanzó varias señales que estaríamos camino a Cuba o Venezuela. Algunas de ellas fueron amordazar a la prensa para que no haya periodismo contestatario, que el Estado sea el único generador de fuentes de empleo, controlar desde las esferas gubernamentales la actividad privada de las personas entre otras más.
Según nuestra larga y trágica historia política, un primer intento que hubo de estar camino a Cuba fue a partir de mediados de los años sesenta. Cuando el guerrillero de tendencia socialista Ernesto “Che” Guevara ingresó a tierras bolivianas para en primer lugar adoctrinar al campesinado y a gente de pensamiento izquierdista sobre los beneficios que tendría el contar con un régimen de gobierno de esas características para luego acto seguido tomar el poder por la fuerza como era su propósito del finado guerrillero.
Un segundo intento se da incluyendo además a Venezuela como referencia, desde la asunción al poder del MAS en enero del 2006. Para lo cual se implementó una nueva Constitución Política del Estado (febrero 2009), logrando cambiar desde el nombre de República de Bolivia por Estado Plurinacional de Bolivia, siendo el espíritu de la misma de base socialista aunque en la redacción de sus articulados se haga énfasis en un gobierno democrático participativo, representativo y comunitario.
Como ya lo dije de entre varios intentos de cubanizarnos o venezolanizarnos por parte del MAS, el caso más reciente fue en noviembre del año pasado, cuando el gobierno central promulgó la Ley 1386 (Ley Estrategia Contra la Legitimación de Ganancias Ilicitas y el Financiamiento al Terrorismo), la cual tuvo la intención de afectar el derecho a la privacidad del manejo de sus finanzas de cada una/uno de las/los bolivianas/os. Aspecto que no fue admitido por ninguno de los sectores sociales afines al propio oficialismo como son gremialistas, transportistas, carniceros, mineros entre otros, obligando al Ejecutivo en abrogar dicha ley.
Lo que hasta ahora no entienden los adoctrinadores del MAS, es que las culturas aimaras y quechuas, bases fundamentales de sus movimientos sociales de ninguna manera en la economía que se mueven en el día a día son de tendencia socialista, más al contrario son más capitalistas que los propios capitalistas. Una simple pregunta: ¿los dueños de los famosos “cholets” construidos en la ciudad de El Alto, siendo todos de origen aimara y que de a poco lo están irradiando a otras ciudades del país, estarían dispuestos a compartir con otros bolivianos esa su propiedad privada?. Por supuesto que no.
Tanto el mundo aimara como el quechua llevan dentro de lo más profundo de su ser, la lógica del mercado buscando “vivir mejor” y no “vivir bien” para lo cual predomina el aspecto netamente comercial en su diario vivir. A quienes también se los podría denominar como los fenicios de América Latina, aspecto que da a entender que será imposible implementar un socialismo secante en el país como se instaló en Cuba y Venezuela.
Son tan férreos defensores de la propiedad privada y del libre mercado, no por algo nuestra economía se mueve en un 80% en lo informal, es decir, en el comercio callejero. Cuyo significado de fondo de dicha actividad es: “yo soy libre en mi economía”, “gano el dinero que yo quiero”, “trabajo en el horario que yo quiero” y “salgo a trabajar cuando yo quiero”.
Prueba de ello es que el MAS ya está en el poder casi 16 años, tiempo en el cual le fue sumamente difícil y como lo seguirá siendo instalar el socialismo en territorio boliviano. Porque esos movimientos sociales conformados en su gran mayoría por aimaras y quechuas que son su “ajayu” del propio masismo, jamás aceptarán tener ese modo de vida. En la teoría tal vez lo aceptarán pero en la praxis nunca.
Así como van las cosas, el socialismo puro y secante no tiene cabida en el país. Por lo que el MAS lo debe tener muy en cuenta eso, ya que ni adoctrinando a niños y jóvenes lo podrá conseguir, ya que ellos llevan en la sangre esa cultura económica de libre movimiento que les dejaron sus ancestros culturales que es de depender de sí mismos cotidianamente.
Juan Carlos Ferreyra Peñarrieta es comunicador social