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Opinión

Bendiciendo un pecado que no lo es

23 de Enero, 2024
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ

El Papa Francisco ha sorprendido, grata e ingratamente a los feligreses católicos al autorizar la bendición de los matrimonios homosexuales. Para los homosexuales creyentes esta ha sido seguramente una gran noticia, no podrán ir al altar a recibir el sacramento del matrimonio, pero se les dice que son parte de la iglesia, y que son bien venidos, no es poca cosa si consideramos el pasado brutalmente intolerante de la inquisición que se ocupaba con tanto ahínco de quienes practicaban el pecado nefando.   

Existen sectores extremadamente conservadores en la iglesia, de corte fariseo, que precisamente por conservadores son homófobos, que están echando el grito al cielo, no conciben que se bendiga, lo que hasta antes de ayer era considerado un pecado contra la naturaleza, vale decir contra Dios. Y contra los preceptos de la Santa Madre. 

Los católicos no creyentes, vale decir, los que se consideran culturalmente católicos, pero que han perdido la fe, pueden estar felices con esta propuesta del Papa, en primer lugar, por que de ese modo la iglesia retoma el papel primigenio de cualquier organización religiosa, vale decir, estructurar a la sociedad. 

El gesto del Papa, es curiosamente muy beneficioso para la iglesia, porque abre las puertas a una enorme cantidad de personas que necesitan de una iglesia, que son creyentes, y que han sido condenadas al ostracismo por un motivo cuya condena no es sostenible. 

Paradójicamente, esta bendición puede ser vista como una medida conservadora, puesto que aleja ante todo a los hombres homosexuales de la promiscuidad que es implícita en una vida sexual activa en el mundo gay, y que vista desde otra perspectiva es libertad sexual pura y simple, y consolida una forma de vivir con más orden, vale decir con más restricciones. 

La Iglesia Católica ha sido capaz de sobrevivir, por casi 2000 años, (1700 dirían algunos), y eso que no es poca cosa, tiene que ver con una capacidad primigenia de acomodarse a las circunstancias, (de haber permanecido la circuncisión como mandato divino, es posible que el catolicismo no se hubiera extendido como lo hizo). El Cristianismo puede ser visto de alguna manera un judaísmo renovado, que rechaza las leyes más antiguas, y que tolera las debilidades del ser humano.  La escena de la “pecadora”, librada de una horrible muerte por directa intervención de Jesús es fascinante. No solo es un mensaje de compasión y de perdón y redención, sino una gran relativización de los “pecados de la carne”.  La iglesia logró cambiar su narrativa para no condenar, como Jesús, a la acumulación de la riqueza, haciendo que inclusive los ricos y poderosos se convirtieran en sus mayores adeptos.  La revolución sexual, y el feminismo son desafíos muy importantes para la iglesia, más allá de que el feminismo sea una última variante del cristianismo.

En los últimos 100 años, las mujeres han ido reivindicado su igualdad, y tanto hombres como mujeres han reivindicado su derecho al placer. La bendición a las uniones homosexuales, que acepta el sexo no con fines de procreación, es un gran paso en ese sentido.  Es de esperar que en un futuro próximo, también se den señales claras respecto a la inclusión plena de las mujeres en esa milenaria institución.

Soy un convencido, de que el mundo está mejor con una iglesia católica que sin ella, (Bolivia está mejor con la iglesia presente que en ausencia de la misma, claro que eso también es porque ya no tiene el poder que tenía antes. Como todos sabemos, el poder causa estragos en quienes lo detentan. 

El autor es operador de turismo

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