La Paz, 19 de enero (ANF). – Los qamiris aymaras son un sector social que se ha conectado exitosamente con la globalización económica para realizar negocios con China, a donde viajan muy seguido para comprar una infinidad de productos que reparten en Bolivia, sin que esa relación con el gigante asiático haya afectado el arraigo con sus tradiciones y raíces culturales.
Las sociólogas María Teresa Zegada, desde Cochabamba, y Tania Quilali, en La Paz, dialogaron sobre el surgimiento de este sector como un sector social emergente en otra tertulia del programa “Hablar de Bolivia con una taza de café”, de la Agencia de Noticias Fides (ANF).
Ambas describieron a los qamiris como un grupo que genera riqueza con actividades comerciales, en parte producto del contrabando y la informalidad, aunque también hay los que se han formalizado con empresas de transporte, gasolineras, con el alquiler de sus coloridos locales de fiestas e incluso con la fabricación de productos que antes importaban.
En los últimos años, se desplazaron a otras ciudades del país, principalmente en Santa Cruz y Cochabamba para reproducir sus negocios y sus prácticas culturales y también han participado de celebraciones similares en otros países como Argentina y Brasil, en la capital Buenos Aires, y en la ciudad industrial de Sao Paulo, respectivamente.
Zegada afirmó que se trata de un sector que se ha potenciado “muchísimo con la globalización” y que otros autores como Nico Tassi han destacado su vinculación con la economía hipermoderna realizando negocios con China desde la década de los ´90.
“Yo he estudiado algunos casos específicos del mercado de la Uyustus (La Paz) de los vendedores de electrodomésticos, por ejemplo, y sorprende que ellos viajen dos veces a China a comprar productos específicos, inclusive establecen su propia marca para los productos que van a vender”, dijo la socióloga.
Dijo que lo interesante de este grupo es que, a pesar “de estar conectados con un mundo tan hipermoderno, no han perdido sus características culturales fundamentales, los lazos de parentesco, las redes sociales, los momentos de festividad y de ostentación, de vinculación social, de prestigio social”.
En ese sentido, agregó, los qamiris son muy distintos a otros grupos que al vincularse con el mundo globalizado pierden sus características culturales propias.
De su parte, Quilali coincidió en que los qamiris no sólo poseen un capital económico, sino que también tienen un “capital social, un capital cultural y un capital simbólico”.
“Esa es la riqueza del qamiri, palabra que está en aymara y significa una persona que tiene dinero. Pero, muchos solamente se restringen a decir que es un potentado, económicamente; pero no, el qamiri tiene connotaciones más allá”, agregó la especialista, autora de una tesis de licenciatura sobre este sector social.
Tienen un capital social porque en base al comercio estructuran redes sociales, que se relacionan con las redes logradas en la celebración de la fiesta del Gran Poder con la formación de comparsas, en las que participan sus compadres, ahijados y otros allegados, explicó.
Según Quilali, siguiendo al intelectual francés Pierre Bourdieu, este proceso puede considerarse como una “reconversión” de los capitales social y económico al simbólico o, a la inversa, como un proceso de conversión del capital cultural al económico.
En La Paz, participan activamente en la festividad del Gran Poder y en particular en la danza de la Morenada porque les otorga la oportunidad de lucir su prestigio social y poder económico, pero también de competir entre ellos para ver quién ofrece los mejores trajes con telas o fuegos artificiales importados desde China.
Para Quilali, esa fiesta religiosa es la máxima expresión de la opulencia de las familias aymaras para demostrar su poder económico y prestigio y otra forma de hacerlo es por medio de la construcción de los edificios conocidos popularmente como ‘cholets’, que se han convertido en un signo de la nueva elite aymara, sobre todo en El Alto.
“Son dos formas en las que se exterioriza esta élite hacia el público: la apropiación de las calles por medio de los ‘cholets’ y la danza de la morenada en el Gran Poder”, subrayó la analista y añadió que los qamiris “conforman sus propios hábitos culturales, su espacio para poder resaltar”, por lo que tampoco tienen interés en ocupar los espacios de otras elites tradicionales de La Paz.
Las sociólogas coincidieron en que los qamiris no derrochan su plata en las festividades como muchos creen, sino que invierten su dinero para generar más capital con las mismas fiestas, en las que recuperan su inversión y además ganan prestigio.
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