Ir al contenido principal
 

Nacional Sociedad

¿Es o no es verdad?

AK0184 r ccc abonado YYYY LP 03- 3, IX, 94. ¿Es o no es verdad? BALSEROS, EMBARGO O LA CABEZA DE FIDEL. Por José Gramunt de Moragas, S.J. No creo ser el único en sentirme incapacitado para prever los resultados de las conversaciones cubano-norteamericanas sobre el problema de los balseros. Primera dificultad: no es cuestión de balseros sino de embargo, insiste el Gobierno de La Habana. No aflojaremos el embargo mientras Castro siga en el poder, sostiene Washington con tozudez. Dos posturas difíciles de conjugar. De nuevo, Fidel muestra gran habilidad para crearle pro- blemas a los EEUU: ha liberalizado la huida de Cuba, no sólo de quienes están hartos de soportar la falta de libertades y la carencia de los productos esenciales para la vida, sino también de algunos delincuentes que huyen de la justicia cubana. Igual que hizo cuando envió a los EEUU al lumpen cubano en 1980. A nadie le complace recibir la escoria que otro arroja al mar. Pero si bien Fidel abre las puertas a quienes deseen escapar, no está dispuesto a liberalizar su política interna para que los descontentos se queden. Parece que EEUU tendrá que soportar las incomodidades causadas por el éxodo de los balseros hasta que el descon- tento en la isla derribe a Castro, cosa que algunos ven más cerca que lejos. Y que Cuba tendrá que seguir aguantando las restricciones económicas mientras Fidel no se decida a abrir las puertas a una transición democrática real. Porque a Washington no le da la gana de aplicar a Castro un shock de adrenalina que lo reanime. Planteadas así las cosas, la cuestión se sitúa en la capacidad de aguante con la que cuente cada una de las partes. Si esto es así, todo hace prever que los EEUU poseen muchas más posibilidades de resistencia que Cuba. Una de las curiosidades de la negociación que se desen- vuelve en Miami es que el portavoz cubano es precisamente uno de los 'aperturistas' que, por serlo, fue defenestrado del 'aparato' castrista: Ricardo Alarcón, exministro de Relaciones Exteriores, quien fue sustituído por Roberto Robaina, éste último más fiel a Fidel. Se habló de Alarcón como del hombre que podía haber enca- bezado una apertura del régimen. Bastó que mostrara la cresta renovadora del sistema para que Castro le "promovie- ra" a la presidencia de un Parlamento que no tiene más que funciones decorativas, pues allí no se legisla más que lo que Fidel ha dictado previamente. Entonces ingresó a Rela- ciones Exteriores, Robaina que, como pudimos comprobar du- rante su visita a La Paz, es tan gárrulo como el "jefe máximo". A mí me recordó a cierto político boliviano len- guaraz que, hasta no hace mucho, se acreditó en el arte de hablar por los codos sin decir nada. Mientras las conversaciones cubano-norteamericanas prosi- guen, hay esperanzas de que el aumento de visas norteameri- cana para los isleños que deseen salir del país, disminuya el número de quienes tengan que arriesgar sus vidas a los tiburones. Pero la cuota de refugiados señalada por Washing- ton no resolverá el problema de los balseros, porque la visa no se la darán a cualquiera. Los descontentos sin papeles seguirán haciéndose a la mar. Sin embargo, es poco probable que Castro ofrezca su cabeza a cambio de la suspensión del embargo; y que Washing- ton esté dispuesto a revitalizar a Fidel, ahora que todo parece ponerse en su contra, incluso en la propia isla. ------- 03-09-94 12:34 XXXX
3 de Septiembre, 1994
Compartir en:
3, IX, 94. ¿Es o no es verdad? BALSEROS, EMBARGO O LA CABEZA DE FIDEL. Por José Gramunt de Moragas, S.J. No creo ser el único en sentirme incapacitado para prever los resultados de las conversaciones cubano-norteamericanas sobre el problema de los balseros. Primera dificultad: no es cuestión de balseros sino de embargo, insiste el Gobierno de La Habana. No aflojaremos el embargo mientras Castro siga en el poder, sostiene Washington con tozudez. Dos posturas difíciles de conjugar. De nuevo, Fidel muestra gran habilidad para crearle pro-blemas a los EEUU: ha liberalizado la huida de Cuba, no sólo de quienes están hartos de soportar la falta de libertades y la carencia de los productos esenciales para la vida, sino también de algunos delincuentes que huyen de la justicia cubana. Igual que hizo cuando envió a los EEUU al lumpen cubano en 1980. A nadie le complace recibir la escoria que otro arroja al mar. Pero si bien Fidel abre las puertas a quienes deseen escapar, no está dispuesto a liberalizar su política interna para que los descontentos se queden. Parece que EEUU tendrá que soportar las incomodidades causadas por el éxodo de los balseros hasta que el descon-tento en la isla derribe a Castro, cosa que algunos ven más cerca que lejos. Y que Cuba tendrá que seguir aguantando las restricciones económicas mientras Fidel no se decida a abrir las puertas a una transición democrática real. Porque a Washington no le da la gana de aplicar a Castro un shock de adrenalina que lo reanime. Planteadas así las cosas, la cuestión se sitúa en la capacidad de aguante con la que cuente cada una de las partes. Si esto es así, todo hace prever que los EEUU poseen muchas más posibilidades de resistencia que Cuba. Una de las curiosidades de la negociación que se desen-vuelve en Miami es que el portavoz cubano es precisamente uno de los 'aperturistas' que, por serlo, fue defenestrado del 'aparato' castrista: Ricardo Alarcón, exministro de Relaciones Exteriores, quien fue sustituído por Roberto Robaina, éste último más fiel a Fidel. Se habló de Alarcón como del hombre que podía haber enca-bezado una apertura del régimen. Bastó que mostrara la cresta renovadora del sistema para que Castro le "promovie-ra" a la presidencia de un Parlamento que no tiene más que funciones decorativas, pues allí no se legisla más que lo que Fidel ha dictado previamente. Entonces ingresó a Rela-ciones Exteriores, Robaina que, como pudimos comprobar du-rante su visita a La Paz, es tan gárrulo como el "jefe máximo". A mí me recordó a cierto político boliviano len-guaraz que, hasta no hace mucho, se acreditó en el arte de hablar por los codos sin decir nada. Mientras las conversaciones cubano-norteamericanas prosi-guen, hay esperanzas de que el aumento de visas norteameri-cana para los isleños que deseen salir del país, disminuya el número de quienes tengan que arriesgar sus vidas a los tiburones. Pero la cuota de refugiados señalada por Washing-ton no resolverá el problema de los balseros, porque la visa no se la darán a cualquiera. Los descontentos sin papeles seguirán haciéndose a la mar. Sin embargo, es poco probable que Castro ofrezca su cabeza a cambio de la suspensión del embargo; y que Washing-ton esté dispuesto a revitalizar a Fidel, ahora que todo parece ponerse en su contra, incluso en la propia isla. ------- 03-09-94 12:34XXXX

Etiquetas