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Los “espontáneos” son (o eran) esos jóvenes entusiastas de la tauromaquia que se lanzaban al ruedo para esquivar un rato al toro de lidia hasta que los sacaban o recibían alguna levantada que acababa con su carrera delante del toro. Nadie conocía siquiera sus nombres, pero en su más íntimo sentir, estaban convencidos de que habían realizado un acto heroico y vivido los tres minutos más importantes de sus vidas, aunque nadie se acordara de ellos al día siguiente.
A medida que se acerca la fecha fijada por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para que se definan las alianzas que competirán por la presidencia de la república el 17 de agosto de 2025, están surgiendo como hongos (algunos venenosos), candidatos espontáneos que no tienen ni sigla ni posibilidad de obtener más del 1% de los votos, pero contribuirán con su oportunismo y su necedad a que los masistas ganen las elecciones.
Todos estos candidatos espontáneos, que bautizaré como “cantidatos” por su cantidad, surgidos como mala hierba de un día para otro, en su cuarto de hora de visibilidad proclaman que quieren enfrentar al masismo (como al toro de lidia), pero parece que no se dan cuenta de que precisamente están asegurando con su pelotudez el triunfo del MAS en la primera vuelta electoral.
Todos proclaman, además, que están en favor de la “unidad”, pero lo que demuestran es que están serruchando con fervor el piso de cualquier plataforma unitaria que tenga posibilidades reales de derrotar al masismo.
Si sumamos el 1% de diez “cantidaturas” que proclaman ambos objetivos: derrotar al masismo y ser factores de unidad (en torno a ellos mismos), tendremos un 10% de perdedores que le resta posibilidades a la oposición articulada con seriedad, y por ello le hace el servicio al MAS en sus dos o tres versiones. Seamos claros, todas esas “taxi-cantidaturas” están beneficiando al masismo y cargarán la culpa en las próximas elecciones por haber atomizado a la oposición en la primera ronda electoral.
¿Qué pretenden estos espontáneos que llegan decididos a dinamitar los cimientos de la oposición? Sólo se me ocurren dos respuestas posibles:
Pretenden negociar a último momento su 1% de intención de voto con la plataforma de unidad opositora, a cambio de figurar en la lista de diputados o para ocupar algún cargo en el próximo gobierno, cansados de su marginalidad actual.
Ya negociaron con el masismo para dividir el voto de la oposición. Es decir: se han vendido por 30 denarios sin ninguna vergüenza (hasta Judas se arrepintió, pero ellos ni siquiera palidecen).
No veo otra explicación. Si alguno de ellos viene a decirnos que realmente cree que su opción tiene alguna posibilidad de llegar a la presidencia, es que se trata de un ingenuo de cuerpo entero o de un cínico arribista.
Otra vez ponen al proceso electoral en una situación precaria, como un circo lamentable de enanos a los que el payaso les ha calentado el oído (o el odio) para hacerles tropezar en el ridículo.
En ese pelotón de pelopinchos hay de todo, como en un circo de pulgas. Incluso hay profesionales que merecían respeto, pero que ahora mueven a la conmiseración, como la diputada de Comunidad Ciudadana Toribia Lero, el periodista Andrés Gómez Vela y el luchador por los derechos humanos Manuel Morales, cuyo trabajo en el Comité de Defensa de la Democracia (Conade) era muy útil, pero él carece de carisma como candidato y no obtendría (si realmente llegara a las elecciones) más del 1% de los votos. Ellos tres se han autoproclamado públicamente (aunque hayan montado un circo para que parezca que “las bases” les han rogado que sean candidatos).
En otro grupo de autopostulados están los pollitos de Milei o de Bukele, como Branko Marinkovic, Jaime Dunn o Antonio Saravia (que ya no habla más de la candidatura que lanzó prematuramente), que sueñan con un trampolín como el que sacó a Milei del anonimato y lo llevó con una motosierra a la presidencia y al papel de payaso titular de la corte de Elon Musk. Bribones como Milei ya ha habido en la historia latinoamericana: Collor de Mello (Brasil), Abdalá Bucaram (Ecuador) o Fujimori (Perú), son algunos ejemplos de espontáneos que llegaron en poco tiempo y con poca vergüenza a la presidencia de sus países.
Todos los cantidatos espontáneos quisieran probar suerte en la primera vuelta para añadir a su curriculum vitae que fueron “precandidatos a la presidencia de Bolivia en 2025”, sin pensar que gracias a ellos y a su megalomanía podría no haber segunda vuelta y que gracias a ellos podría ganar otra vez el MAS por goleada. Que se ahoguen en su propia verborrea por pelotudos.
Veo con lástima y desazón el panorama político contagiado por el carnaval de los necios, donde los “cantidatos” desfilan en la comparsa pre-electoral de pepinos, embriagados por su ilusión del poder y su apuesta oportunista.
El autor es escritor y cineasta