La semana antepasada ha muerto un joven de 16 años, un adolescente en el estricto sentido de la palabra, cuando estaba bajo la tuición de un repartimiento del Estado, vale decir, estaba bajo bandera, haciendo su servicio premilitar.
No hay referencias de que fuera golpeado, ni que fuera víctima de un accidente, pero fue víctima sin lugar a dudas, de actos de gran negligencia, derivada esta, de la cultura machista que aún nos domina.
Vayamos por partes, el joven estaba haciendo ejercicios físicos, en medio de un enorme calor, se indispuso, y en vez de ser atendido adecuadamente, en vez de que quien estaba a cargo de él se ocupara de esta situación, aparentemente fue castigado por comportarse con debilidad, y esto hizo que colapsara, horas después el joven falleció.
Su instructor, no tenía de seguro intenciones de matar al muchacho, y debe estar pasándola muy mal, porque de alguna manera, fueron sus decisiones las que llevaron a este trágico desenlace, y sin embargo, es posible que el oficial, o suboficial, no hubiera hecho nada fuera de lo común, estaba simplemente instruyendo a ese grupo de jóvenes, fortaleciéndolos, volviéndolos más duros, más machos.
“Lo que no te mata, te hace más fuerte”, es un dicho muy común, y muy machista, en este caso, se demuestra que puede ser también una gran estupidez.
Este trágico episodio, que nunca debió suceder, tiene que llevarnos una vez más a importantes reflexiones respecto al servicio militar obligatorio, y sus variantes relativamente amables como es el servicio premilitar.
En primer lugar es un anacronismo absurdo, seguir teniendo un servicio militar obligatorio, no lo tienen ni el Perú, ni la Argentina, y Chile lo tiene de una manera muy relativa. Vale recalcar que no se necesita cambiar la constitución para reducir ese servicio a un saludo a la bandera.
Pero obviamente, mientras no se entre en razón y se acabe con ese “servicio”, un paso importante es que simplemente no se debe incluir entre los reclutas, a menores de edad, como el caso del joven de 16 años, y mucho menos deben ser incluidas personas que tengan alguna enfermedad de base.
En el caso que nos ocupa, la defensoría de la niñez y la adolescencia tiene que tomar cartas en el asunto. Por un lado debe sentarse un precedente para que el servicio militar solo lo hagan quienes hayan cumplido los 18 años, por el otro se debería hacer una investigación seria respecto a la cantidad de hechos similares que se producen durante el servicio militar o premilitar.
Creo que es hora de pensar en un servicio alternativo al militar, en un servicio civil, donde todos los jóvenes puedan poner su granito de arena en hacer de este un país amable para sus habitantes, temas de limpieza ambiental, temas de apoyo a personas mayores, o enfermas, o que viven con discapacidades y requieren ayuda. Ese tipo de servicio sería mucho más provechoso para todos, para quienes se beneficiarían de este tipo de ayuda, y para quienes ayudando aprenderían a ser solidarios y mejores personas.
El ejercito y el servicio militar son reductos del machismo, y esta tara social, lo sabemos, puede en muchos casos ser fatal. En este caso la violencia ejercida contra el joven parece ser no haber sido producto de un desviamiento del protocolo, sino más bien el resultado de un sistema que prioriza valores equivocados.
Bolivia no tiene el riesgo de caer en una conflagración bélica, como no lo tiene la región, algo de lo que en estos tiempos nos podemos congratular, somos la parte más pacífica del planeta, en ese contexto, ¿qué sentido tiene un entrenamiento militar obligatorio, peor, uno que potencialmente puede matar a un recluta?
El autor es operador de turismo