El gobernador de Santa Cruz, el departamento más importante de nuestro país, está preso desde hace más de un año, se le acusa de haber hecho un golpe de estado, lo cual es una grosería criminal del partido de gobierno, en primer lugar porque el presidente de entonces no fue golpeado, no fue depuesto, sino que renunció, y ordenó renunciar a todos quienes pudieron haberlo reemplazado en su misma tienda política, y lo hizo pensando seguramente que la anomia creada haría que el podría volver a la plaza Murillo de la manera que lo hizo Chávez en Venezuela.
Es importantísimo recalcar que la legitimidad de Morales había desaparecido el día en que en forma completamente abusiva se postuló para unas elecciones que de ganar lo llevarían a un cuarto mandato, una aberración inadmisible en nuestra constitución que además sentaba el precedente para una eternización en el poder y que insisto, merece ser castigada.
Las acciones del señor Camacho evitaron que el país tuviera que tolerar como un individuo y su entorno se eternizaban en el poder, y eso se lo debemos agradecer. No solamente a él, por supuesto, hubo un movimiento enorme de personas que se movilizaron, y por supuesto que no se debe minimizar el rol de la principal fuerza opositora, que fue además la más perjudicada por las ilegales maniobras del MAS.
El señor Camacho, habiendo sido elegido democráticamente Gobernador del departamento de donde viene, debería gozar de inmunidad mientras dure su mandato, aunque hubiera cometido algún delito. No tener esa salvaguarda para las autoridades, es invitar una vez más al abuso de poder que pueden tener quienes lo detentan. En este caso, el gobierno central, o quienes en el gobierno central manipulan de manera grosera al poder judicial.
Si Camacho hubiera cometido algún delito, este debería ser juzgado estando en libertad, y si por algún motivo el demandado no quisiera presentarse ante esos juzgados, el poder judicial debería simplemente esperar hasta que el acusado termine su mandato.
El encarcelamiento de Luis Fernando Camacho no solamente es injusto e inhumano para él, es injusto para sus electores y para todo el departamento de Santa Cruz. Y afecta a la convivencia nacional, que debido a temas geográficos, es bastante deleznable.
Hacer que Camacho deje de ser Gobernador de Santa Cruz, es definitivamente darle no solo al MAS, sino a la injusticia una victoria, es darle una victoria al abuso de poder.
Estamos viviendo tiempos interesantes, el MAS monolítico está en vías de desaparición, aunque más allá de las acusaciones mutuas que se han lanzado los unos a los otros, es posible que en el momento de la verdad se vuelvan a unir, los canallas se golpean y se abrazan en la misma borrachera.
Camacho debe ser liberado, pero si no lo es, no puede ser además despojado del cargo que le corresponde por haber sido elegido para este. Mientras tanto, tanto la situación del Gobernador preso en las alturas, como la dela expresidenta Añez, que jamás hizo un golpe de estado, debe hacer reflexionar al electorado no masista, y a las fuerzas políticas opuestas al MAS.
La única forma de recuperar una justicia imparcial es haciendo que el MAS deje el poder, y la única oportunidad que se puede tener en ese sentido es ganando las elecciones del 2025, y para eso es necesario que se tenga un solo candidato opositor.
La experiencia de las elecciones del 2020 tiene que ser una lección aprendida. Es posible de que si se hubiera tenido una sola fórmula no tendríamos hoy a Luis Arce en el poder, o por lo menos habría una mayor fuerza opositora en el parlamento.
El autor es operador de turismo