Mariela Laura
La Paz, 6 de agosto (ANF).- En los últimos 10 años de “bonanza”, la economía del país creció principalmente por el incremento de los precios de los hidrocarburos y minerales, y con esto la pobreza disminuyó, pero este efecto no tuvo incidencia mayor en el sector de salud, ya que los centros y grandes hospitales del territorio nacional continúan en situación de “cuidados intensivos”.
Los hospitales, que son referentes nacionales, carecen de equipos con última tecnología, y los que cuentan con los aparatos es por donaciones que muchas veces llegan en mal estado y dejan de funcionar. En lo que va del año en varias oportunidades se tuvo que interrumpir quimioterapias, cirugías y atenciones, por la escasez de medicinas e insumos. A esta situación crítica se suma la protesta de los galenos.
Si bien es cierto que la salud en Bolivia es un derecho, como señala la Constitución Política del Estado, muchos ciudadanos creen que se trata de un “privilegio” que se debe comprar si se quiere un servicio de calidad. Esa calidad se puede encontrar en algunas clínicas privadas, pero que por consulta cobran cerca de 200 bs., monto que está fuera del alcance de la población de escasos recursos.
Bajo presupuestoEl Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia creció de $us 9.549 millones en 2005 a $us 32.996 millones en 2014, pero este efecto no se vio reflejado en el sector salud que mantiene un porcentaje del presupuesto menor al 10%.
Según el Banco Mundial, en 2013 el presupuesto en salud en Bolivia era de 84 dólares por persona al año, subió a 92 dólares en 2015, pero sigue siendo el menor seguido por Ecuador y Paraguay que gastan 126 dólares. Venezuela gasta 138 dólares por persona y Uruguay 678 dólares. Los países desarrollados destinan a la salud entre 3 a 4 mil dólares por persona al año.
De acuerdo al Presupuesto General del Estado 2017, la asignación de recursos públicos al sector salud asciende a 18.304 millones de bolivianos, es decir 8,2% del total.
Hospitales en abandonoEnfermarse en Bolivia puede costarles caro a las familias bolivianas, y más aún si son pobres, por la carencia de infraestructura hospitalaria, fuga de cerebros o falta de medicinas y equipos que garanticen una atención de calidad.
En un recorrido que hizo ANF por diferentes nosocomios de La Paz, que incluyen los centros de salud de Pucarani y Achacachi, se constató la precariedad técnica y logística de los sanatorios.
En el hospital de Clínicas, un referente nacional y que dentro de tres años cumplirá un siglo de existencia, no hubo mejoras en la infraestructura ni equipamientos, la realidad es tal que el único tomógrafo que tiene ese centro, y que además fue una donación de Cuba, no funciona hace más de seis años, y en el área de quirófanos los especialistas deben recurrir a un taladro casero, de esos que se usan en ferretería, para operar a los pacientes.
Uno de los médicos de la unidad de Cirugías, Carlos Fuertes, afirmó a ANF que solo el 2% del total de las camas y camillas que hay en ese hospital son ortopédicas, el resto son precarias: están oxidadas y rotas.
Datos del Ministerio de Salud y del Instituto Nacional de Estadística (INE) establecen que la capacidad hospitalaria del sistema nacional alcanza a 12.000 camas para una población estimada en 11 millones de habitantes; una relación de 1,1 camas por cada 1.000 habitantes. Este dato sitúa a Bolivia en el penúltimo lugar en América del Sur. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) establece de 2,5 a 4 camas por 1.000 habitantes.
En el caso del Instituto del Tórax, la situación de precariedad es similar. En la mayoría de sus ambientes hay humedad; sus equipos datan de hace más de 40 años y ya no se realizan cirugías a corazón abierto desde hace más de 10 años, por falta de especialistas.
En el área rural, en el centro de salud de Pucarani no hay equipos adecuados ni la infraestructura necesaria para atender a más de 30 mil habitantes. Sólo hay tres médicos para esa cantidad personas. En Achacachi recién se terminó de erigir un moderno hospital con una capacidad para 50 camas, pero sólo tienen 20. El costo del nosocomio ascendió a 54 millones de bolivianos, sin embargo, una de las dos salas de quirófano no funciona por falta de electricidad.
El presidente del Colegio Médico de La Paz, Luis Larrea, que también encabezó las inspecciones, dijo que el Gobierno no destina suficientes recursos económicos para la salud pública. “Los médicos bolivianos hacemos lo imposible para salvar la vida (de) aquellos enfermos que no tienen los recursos para viajar al exterior”, afirmó.
El exdefensor del Pueblo y rector de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Waldo Albarracín, sostuvo que la salud en Bolivia aún es un tema pendiente que debe ser democratizado por el Estado para que no sea considerado un “privilegio”.
A su turno, el director de Servicios del Ministerio de Salud, Rodolfo Rocabado, remarcó que por la Ley de Autonomías los gobiernos municipales están encargados de la administración de los centros de salud de primer y segundo nivel, y las gobernaciones de los hospitales de tercer nivel. Aclaró que el Gobierno nacional se encarga de los hospitales de cuarto nivel.
Según el dato de esa cartera de Estado, en 10 años, de 2006 a 2016, el Gobierno triplicó el número del personal de salud al crear 3.153 ítems.
Teniendo en cuenta, el desarrollo económico del país y las inversiones en salud, la deficiencia en la salud al parecer no solo es cuestión de mejorar las cifras, sino también es necesario promover importantes cambios en cuanto a la calidad del servicio que se ofrece en los nosocomios y centros de salud donde miles de personas acuden en busca de sanar sus dolencias.
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