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Opinión

El soldado raso de Alihuatá

22 de Octubre, 2022
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GABRIELA CANEDO

“El potro de los tormentos”, “sentado sobre un barril de pólvora” son las frases que frecuentemente utilizaba Hernán Siles Zuazo para manifestar la presión, la zozobra y las dificultades políticas a las que estaba sometido en momentos cruciales. Cuando en 1982 asumió por segunda vez la presidencia después de un periodo tortuoso de cuatro golpes militares y nueve gobiernos, en un contexto de creciente violencia institucional, represión social y desorden económico, con él se veía la luz al final del túnel. A pesar de que el periodo que le tocaría encarar significaba implicaba muchos retos, lo asumía como un sacrificio, y así lo señala Archondo “Asumía aquello como un sacrificio, convencido de que, para engendrar democracia, hay que dar cátedra con el ejemplo. En 1982, encararía las cosas del mismo modo empleado entre 1956 y 1960: persuadiendo, respetando y comprendiendo al adversario, gozando de autoridad moral y meditando cada paso”.

Esta manera serena de encarar la vida política, una excepción en el mundo político, corresponde a Siles Zuazo, cuya biografía fue presentada hace unos días atrás en nuestra ciudad. “Sobre un barril de pólvora. Biografía de Hernán Siles Zuazo”, de autoría de Rafael Archondo e Isabel Siles, es un elogio y merecida celebración a los cuarenta años de la recuperación de la democracia, y al sello que le impregnó el biografiado.

La obra nos lleva de la mano para conocer casi de manera completa la historia del siglo XX de nuestro país. Escrito con detalle, con abundantes fuentes documentales, el libro es trabajado cual oficio de relojero y nos muestra los “tejes y manejes” que se encontraban en medio de la vida política del país y de manera concreta y pormenorizada en la política partidaria del MNR.

Seguir la vida de don Hernán Siles Zuazo a través de su biografía es seguir la vida del MNR y viceversa. Cito a Archondo “Curada la herida en el brazo del Chaco (pues participó en Alihuatá), Siles ingresó de lleno a la vida política. Buscó al MNR durante nueve años hasta que en 1942 lo conformó junto a los otros 11 firmantes del acta de nacimiento del partido, congregados en su departamento de la calle Federico Zuazo. Fue movimientista hasta el último aliento de vida”. Estamos por tanto ante un personaje que fundó uno de los partidos más importantes de Bolivia, el cual realizó grandes transformaciones de las que hoy gozamos y que logró varias conquistas de derechos de sectores marginados: la Reforma Agraria, el voto universal, el voto femenino, la nacionalización de las minas. Sin embargo, estas transformaciones no estuvieron al margen de las diferencias, disidencias, rupturas, alejamientos de líderes que se dieron dentro del MNR. En el caso de Siles Zuazo, que optó por alejarse y separarse de sus correligionarios, cuando veía que el camino a seguir implicaba violencia, o estar al margen de la Ley. No comulgaba con los golpes de Estado, o por apoyar a gobiernos dictatoriales, o por las reelecciones que implicaban aferrarse al poder y su perpetuación. Siles siempre le reprocharía a Víctor Paz el haber pactado con Banzer.

Cada acontecimiento político narrado en la obra muestra el cariz de la determinación y la personalidad de don Hernán: conciliador ante todo y demócrata por excelencia. Era comparado con Gandhi por la vida sencilla y austera que llevaba.

Estamos frente a un personaje que primero dirigió el Nacionalismo Revolucionario en una de sus vertientes fundamentales y que evitó “que el hecho revolucionario derivara en una tiranía”; luego, fue uno de los artífices junto al pueblo de recuperar la democracia.

Una de las bondades del libro es mostrar a un personaje de esos escasos y únicos con los que contó la historia del país. Personaje que con total serenidad siempre puso por delante la democracia y la defensa de ésta ante cualquier interés. Aparece a cada momento la personalidad íntegra del soldado raso de Alihuatá. El que de manera empedernida participó en la Guerra del Chaco, imbuido por un sentimiento patriótico y compartió de manera sencilla con la tropa y se fundió “con los combatientes aymaras que años más tarde no solo no dejarían de abrazarlo, sino que votarían por él las veces que hiciera falta”.

Una reflexión a la que nos invita el libro es que una apabullante victoria electoral de cualquier partido sea del ala que sea, no desembocará en autoritarismo y tiranía solo si coexiste la disidencia, la oposición y la posibilidad de otras formas de poder. En la medida en que no se imponga una única voz y una sola forma de pensar, tendremos la seguridad de que estaremos resguardando la democracia, la que defendió y nos legó aquel soldado raso de Alihuatá.

Gabriela Canedo Vásquez es socióloga y antropóloga

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