“Tres transformaciones del espíritu les menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño” (Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra). Bajo esta metáfora de las tres transformaciones, el filósofo alemán desentraña la esencia del espíritu humano.
Nietzsche utiliza la figura del camello, del león y el niño para explicar los estadios del espíritu humano. Se refiere a tres niveles que van desde la incapacidad de definirse y actuar por uno mismo hasta la máxima libertad de pensamiento y acción. En el caso de estas líneas utilizaremos las metáforas sólo como pretexto para reflexionar sobre el espíritu humano colectivo que se ha hecho presente este 2022. Un año lleno de sucesos: algunos infames y tristes, otros menos malos, y hay los esperanzadores.
El camello, dirá Nietzsche, alude al estadio de la carga del espíritu. Es el animal que representa al individuo que de manera consciente o no deforma su postura, llevando una carga que considera propia, aunque no lo sea. La imagen del camello es la primera en la que reposa el espíritu. El camélido está bajo el peso que le ha dado su cultura. El deseo en este estado son las cargas, no ser feliz, y por tanto la vida se ha convertido en una carga pesada. Atender a su deber y obedecer expresan la esencia sumisa del camello. ¿Acaso la guerra entre Rusia y Ucrania este 2022 no es la expresión del espíritu humano en su estadio del camello? Cada soldado, sea de una u otra trinchera, está sometido a la defensa de una patria, una bandera, una nación. Valores que se deben obedecer, y que se expresan disparando y matando al “enemigo”, confirman la pesadez que arrastramos como humanidad. La carga de lo impuesto siempre joroba la voluntad. A esta imposición, ¿acaso no se suman la migración de gente a quien no le queda más que abandonar su terruño, buscando mejores condiciones de vida y que con suerte llegan a tierra, cuando no naufragan o mueren en el intento? ¿O la muerte de la joven Mahsa Amini por incumplir el código vestimentario iraní?¿Acaso estas problemáticas no son pesadas y muestran la miseria humana?
Pero el espíritu humano no puede quedarse siendo camello, Nietzsche argumenta la posibilidad de dos fases más por las que éste puede transitar. En su soledad, el camello marcha al desierto donde se da cuenta de su carga y puede transformase en otro estado espiritual, el del león. El felino es guerrero, valiente y tiene esa característica peculiar de decir no: por tanto, el león se libera del peso que se le quiere imponer, reconoce lo innecesario de su carga, la rechaza y se libera. El león es rebeldía, afirmación, ira, ímpetu, pero también incapacidad de trascender aún su batalla. En este estadio podrían estar las revueltas que se dieron en Irán, una ola de manifestaciones, pese a la brutal represión, en todo el país, repudiando la muerte de la Mahsa Amini, al régimen y a la violación de derechos humanos. En el plano político, la victoria en Colombia y en Brasil de Gustavo Petro y Lula Da Silva, respectivamente, sobre opciones de derecha. O la firma del acuerdo de “cese a las hostilidades” en Etiopía, después de dos años de conflicto, son ejemplos en los que nuestro espíritu es león, goza de cierta libertad rebelde y la capacidad de elegir y decir no.
Sin embargo, el espíritu del león no es aún un espíritu creador y Nietzsche apuesta a que el ser humano puede alcanzar un nuevo estado superior, el del niño, que supone un nuevo inicio en el cual no existen juicios de valor hacia la vida, pues la existencia esta más allá de ellos. Ya no hay peso. El niño es libre y goza de una libertad creadora, más que de una libertad rebelde. La esencia humana se descubre a sí misma, como creadora, y rechaza su domesticación. ¿Acaso ese espíritu creador no se expresa en haber llegado este 2022 en la nave espacial Artemis nuevamente a la luna? ¿Acaso el hecho de que las vacunas han atenuado la pandemia de la Covid-19, disminuyendo tremendamente la mortandad que produjo en su inicio, no es resultado del espíritu creador? En el país, ¿podemos considerar que este espíritu creador se halla en la joven de 16 años que hizo el descubrimiento de un asteroide? ¿O en el hecho de que Conrrado Moscoso haya ganado el título mundial de raquetbol?
En este 2023, queridos lectores, deseo que nos liberemos de las cargas y ataduras del camello. Que todos nuestros actos estén inspirados en la rebeldía del león y en la creatividad del niño. Que los sucesos infames que mantienen nuestro espíritu colectivo con las cargas del camello cesen y el espíritu de libertad del león avance hasta alcanzar la libertad creadora del niño. Porque cada nuevo año es necesario renovarnos y tener la esperanza de que es posible mostrar una mejor versión como humanidad, les deseo un bondadoso 2023.
Gabriela Canedo Vásquez es socióloga y antropóloga