La crisis del oxígeno 2020

La pandemia de Covid-19 y los bloqueos dejan agónica a la capital del estaño

17 NOV
Ilustración: Sofi Cadena
17 de Noviembre, 2020

El bloqueo de 12 días (del 3 al 14 de agosto) en Cruce Machacamarquita golpeó su economía cuando se encontraba en recuperación, esta vez con una pérdida de entre 1.500 a 2.000 bolivianos en las dos semanas, por la falta de venta. No tenía productos para ofertar.


La Paz, 18 de noviembre (ANF).- Huanuni, la capital del estaño, sufrió un duro golpe en su economía con la declaratoria de emergencia nacional por la pandemia del nuevo coronavirus (Covid-19). A dos meses sin actividad en el distrito, se sumó un paro de caminos de 12 días, por demandas políticas –fecha de las elecciones, entre otros-, que terminó dejando a la región y a la empresa que genera riqueza al borde de la quiebra.

La Empresa Minera Huanuni paralizó sus actividades por 60 días y sus más de 3.200 trabajadores dejaron de recibir sus sueldos cada mes, lo que afectó a todo el sistema económico y negocios que se generan a su alrededor. Hoy esa ciudad intermedia parece deslucida y con poca vida.

Huanuni está ubicada a más de 3.900 msnm en la provincia Pantaleón Dalence, a unos 45 kilómetros de la ciudad de Oruro. Este centro minero, erigido casi a las faldas del imponente cerro Posokoni, cobija a más de 20.300 habitantes, que dependen del negocio del estaño, de manera directa e indirecta.

En la avenida principal de ingreso a Huanuni vive Dionisia, mujer de pollera de 42 años, de trato amable y comunicativa. Estaba sentada, sumida en sus pensamientos, cerca de la puerta de ingreso de la pequeña tienda de abarrotes que administra. 

“Esta mi tiendita la hemos levantado con mi esposo hace más de cinco años, es nuestro sostén familiar, gracias a la venta comemos, mis cuatro hijos tienen ropa y casi no les falta nada”, dice Dionisia mientras atiende a unos clientes que compran acetite y carne.

Recuerda que fue su esposo, de quien prefirió no decir el nombre, quien abastecía el negocio con varios productos que traía desde Oruro, todos los miércoles, día de feria en la ciudad, pero hace tres años falleció en un accidente, y desde entonces su vida dio un giro. Sin nadie que la ayude, el negocio fue cayendo, pero fue la restricción de vender en la pandemia, lo que la afectó más.

“Él era muy trabajador, no solo viajaba los días miércoles, cualquier día corría a Oruro cuando faltaba algo en la tienda y nunca nos ha hecho faltar nada, pero desde que ha fallecido, me encuentro sola con mis cuatro hijos, todos todavía pequeños (3, 4, 6 y 7 años) y para mí es muy sacrificado el trabajo”, recuerda.

Lamenta que su esposo no haya sido trabajador de la Empresa Minera Huanuni, para así tener una renta fija, un ingreso económico seguro al mes. Por ahora, las ganancias mensuales en la tienda son regulares, entre 3.000 y 3.500 bolivianos, insuficiente para cubrir las necesidades de la familia. Paga alquiler, servicios básicos e impuestos y lo que queda es para la alimentación y otras necesidades de sus hijos, y le queda muy poco para abastecer su tienda.



Refiere que sobrevivir a la pandemia fue muy duro, permaneció aislada dos meses en su casa, junto a sus hijos, tiempo en que las ventas de su tienda cayeron a cero, y a esto se sumó el bloqueo de caminos de 12 días, que no le permitió abastecer su tienda, otro duro golpe más.

“Son meses que hemos perdido, apenas hemos sobrevivido, ya no teníamos nada para comer, todo el alimento que estaba para vender en la tienda se ha acabado, todavía debo del alquiler de la tienda”, señala.

El bloqueo de 12 días (del 3 al 14 de agosto) en Cruce Machacamarquita golpeó su economía cuando se encontraba en recuperación, esta vez con una pérdida de entre 1.500 a 2.000 bolivianos en las dos semanas, por la falta de venta. No tenía productos para ofertar.

La historia de Dionisia es una de muchas que se replica en los cientos de familias que viven por su cuenta en Huanuni. Esta situación continuará porque la falta de circulante desde hace tres meses no permite a los pobladores realizar transacciones económicas en los centros de abasto y tiendas. La minera se debate en agonía por la falta de ingresos.

“Nosotros vivimos de la empresa, los trabajadores cuando reciben sus sueldos compran lo que necesitan, nos compran alimentos, hay circulante, pero como los mineros no son pagados por la empresa, no hay dinero. Ojalá les paguen pronto y entonces vamos a empezar a recuperarnos”, manifiesta esperanzada.

Las calles del centro minero no tienen la viveza de otros tiempos. La gente deambula en silencio con una tristeza escondida y la preocupación por el ahora. Los mineros, pese a la falta de sueldos, se esfuerzan en cumplir con su trabajo diario, algunos en interior mina y otros en exteriores.

/ANF/

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