Anuario 2016

Antipersonaje: El troll azul de las redes sociales

30 DIC
Foto: ANF
30 de Diciembre, 2016

Es anónimo, su trabajo es atacar a los opositores, periodistas o a quienes piensan diferente en las redes sociales.


Mery Vaca

La Paz, 30 de diciembre (ANF).- El troll es un viejo conocido en las redes sociales, pero en Bolivia es un novato que nació al calor de la derrota electoral del 21 de febrero de este año, cuando el gobierno del presidente Evo Morales decidió incursionar en el cibermundo para recuperar a los electorales que, según él, perdió por una mentira llamada Gabriela Zapata.

Según la definición cuasi académica, “los trolls son aquellas personas que buscan provocar de manera intencionada a otros usuarios creando disparidades, controversias, debates sin sentido, mediante insultos o algún tipo de mensaje ofensivo. Actúan en blogs, foros, chats, redes sociales… generando polémicas innecesarias”.

Hay trolls de diversos tipos, pero el más conocido en el mundo tuitero de Bolivia es el de color azul. Es anónimo, es asalariado, tuitea en horarios de oficina y sólo en días hábiles.

Tiene asignado un número determinado de tuiteros considerados opositores, a los que marca el paso al milímetro con agresiones, insultos y amenazas. Sus adjetivos favoritos son “vendepatria”, “pagado por Doria Medina”, “imperialista”, “pro chileno”, “golpista”, entre otros.

En el caso de los periodistas independientes los encasilla en lo que el gobierno denomina “cártel de la mentira”.

El troll azul tiene pocos seguidores, uno, dos, o tres. En el mejor de los casos, acumula unas pocas decenas. Sin embargo, él no está interesado en que le sigan, sino en atacar. Para eso fue creada su cuenta.

Cada vez que lanza un ataque etiqueta en su tuit a conocidos tuiteros del oficialismo como buscando aprobación o pretendiendo la viralización de su mensaje. Entre sus etiquetados no puede faltar su empleador, el Ministerio de Comunicación, para que quede constancia de que está haciendo correctamente su trabajo.

Su nombre nunca es su nombre, se escoge uno que tenga que ver con los grandes personajes de la izquierda mundial, o con algún líder indígena de la historia boliviana. Naturalmente no pone su foto porque “no tiene cara” para mostrarse públicamente, usa el huevito de Twitter, o alguna foto o dibujo referencial.

El troll azul sueña con que los tuiteros a los que trolea le contesten porque entonces se hace famoso a costa de sus enemigos. Por eso, por salud mental los tuiteros prefieren no contestarle y, en último caso, optan por bloquearlo.

El bloqueo, sin embargo, no es una solución definitiva, porque en las siguientes horas aparece otro troll listo para atacar. En rigor, es el mismo troll (funcionario) con otro nombre.

El troll tiene infinidad de recursos para el ataque, entre ellos, el meme, en el que le gusta ridiculizar a los enemigos del Presidente y a los periodistas, a quienes caracteriza con narices largas, banderas chilenas, símbolos estadounidenses o compara con militares golpistas del pasado.

Entre sus funciones también está la viralización (compartir con otros contactos) de contenidos oficiales, como las felicitaciones por el cumpleaños, las grandes obras del país y, en general las buenas noticias del Gobierno. 

Ser un troll no debe ser nada agradable. Estás ahí, tirado en un rincón de la Dirección de Redes del Gobierno, y ni siquiera tienes derecho a poner tu nombre o tu foto, eres un ser inexistente en la vida pública.

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