23 de Septiembre, 2024

Mujeres se enfrentan a la minería para proteger el cacao y apuestan a la agroforestería

La producción de cacao en Palos Blancos y Alto Beni, del departamento de La Paz, no solo permite que las comunarias generen ingresos, sino que también promueve un desarrollo sostenible que protege el medioambiente. Para preservar este modelo, estos municipios se declararon libres de minería, especialmente en tiempos de crisis climática.
Por: Nancy Vacaflor Gonzales
Edición videos, audios, infografías: Arnold Guachalla

Una enorme draga oxidada, anclada y abandonada a orillas de los ríos Boopi y Cotajes, empieza a ser devorada por la maleza. Esta es la mayor expresión de la resistencia a la minería aurífera, cuenta Lilian Molina mientras recorre el bosque, donde produce cacao con un modelo agroforestal para mitigar el cambio climático.

Lilian, de 43 años, es oriunda del distrito de San Miguel de Huachi, ubicado en el municipio productivo y agroecológico de Palos Blancos del departamento de La Paz. Su casa, que también es una posada, está ubicada a unos 400 metros donde quedó anclada la draga, de propiedad de una empresa china.  

Tiene dos causas que defiende con pasión: el rechazo a la minería y, en contrapunto, la producción agroecológica. Cuando habla de esos dos temas lo hace desde la experiencia como defensora del medioambiente y productora. 

Tiene una energía que contagia, de carácter jovial y amable. Su andar es rápido a pesar del sol que azota a las 15:30 del sábado 31 de agosto. No duda en dirigirse al lugar donde quedaron los restos de la draga, en un intento fracasado de explotar oro. 

A unos metros de su casa están los contenedores azules con inscripciones en idioma chino, en ellos se trasladaron las partes de la draga. Detrás de esas piezas vive una familia, que parece custodiar que ninguna pieza se mueva del lugar, como recordatorio de su lucha. 

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Los contenedores que transportaron las partes de la draga. Foto: Nancy Vacaflor

Un camino que se abre entre el pasto conduce al río donde está la draga, esa maquinaria que es el “símbolo” de la destrucción y la contaminación de los ríos de la Amazonía paceña. Debido a los años, la lluvia y el sol han ido oxidando el metal, dejándolo vetusto.   

Todo fue abandonado cuando la población de San Miguel de Huachi y el municipio rechazaron su presencia. El hecho data de septiembre de 2017, cuando los comunarios fueron sorprendidos por un grupo de ciudadanos chinos y bolivianos, que, al amparo de la Cooperativa Minera Aurífera San Miguel del Carmen Ltda., pretendió asentarse en la zona para explotar el metal preciado. 

“Yo les dije que no tenían autorización del pueblo para explotar oro y que el pueblo no lo iba a permitir”, rememora Lilian Molina, contemplando la draga arrinconada, e inclinada como si esa maquinaria quisiera huir de la naturaleza.

No le escucharon y continuaron armando la barcaza. Aunque el idioma era una barrera en la comunicación, ella dice que no era un obstáculo para que ellos avancen en su proyecto de explotación aurífera. 

Los ciudadanos chinos, con apoyo de algunos bolivianos, armaron la maquinaria con cada una de las piezas; se movían como dueños del territorio, sin tomar en cuenta la voz de los habitantes del lugar. Por eso la “gente se movilizó”, recuerda.

Lilian insiste que “todo el pueblo” rechazó la actividad minera, excepto algunos dirigentes de ese tiempo que autorizaron el ingreso de la cooperativa en alianza con los intereses extranjeros para explotar los recursos naturales no renovables.

La lideresa levanta los brazos apuntando a la draga, parece una muestra de victoria, de una “resistencia” de todos. “Nosotros como San Miguel de Huachi nos hemos parado, ahí está hundida la draga, no ha trabajado. Era ilegal, no tenía autorización”, comenta.

En la región se siente la frescura de la naturaleza; los ríos, unos con agua más turbia y otros más clara, aún son aprovechados para pescar peces libres de la minería y de la contaminación del mercurio, principal elemento que se usa para la extracción del oro.

Fue elegida dirigenta de la Central de Mujeres –en esa coyuntura- para contar con el “sello” de la organización, un instrumento que hasta ese momento había servido para validar el ingreso de la cooperativa. Más tarde, en 2021, fue elegida subalcaldesa y se mantuvo en la misma línea. 

“Mil razones” contra la minería

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Río que atraviesa por Palos Blancos libre de mercurio. Foto: Nancy Vacaflor

Muchas son las razones contra la minería aurífera en Palos Blancos, pero una principalmente: el cuidado de la producción del cacao orgánico.

La parcela de 12 hectáreas de Lilian Molina se encuentra en lo alto de una colina. Dos columnas de árboles de asaí son el ingreso de lo que fue un bosque primario, convertido en un bosque productivo, organizado con múltiples productos, pero principalmente cacao.

La también productora apresura para mostrar el árbol de palta que ya está dando los frutos. Con su mirada hace un paneo de todo el bosque, con árboles de cacao, piña, plátanos, que cultiva con su esposo y sus cuatro hijas, a quienes ha enseñado que la naturaleza es vida.  

A media hora de viaje de Palos Blancos se encuentra Alto Beni, un municipio ecológico joven con solo 15 años de creación, ubicado en la provincia Caranavi del departamento de La Paz. Cuenta con una población de 11.194 habitantes.

Ahí tiene su parcela Francisco Reynaga, un productor de la Cooperativa El Porvenir. Toda su vida se ha dedicado a la agricultura. Su tierra tiene una diversidad de cultivos, por lo que sus habitantes que se han convertido en guardianes del cacao.

Un sendero se abre entre los árboles de naranja, mandarina, piña, palta, plátano, incluso árboles de mara que un día serán aprovechados. Pero el “oro morado”, como se conoce el cacao, es la fruta preciada de la región. 

Dice que a 300 metros está el río. “¿Se imagina si entraría la minería? esto se va a contaminar totalmente y nos afectaría de gran manera”, advierte sobre la amenaza que acecha a toda esa región.

“La minería nos puede hacer daño, la contaminación a toda nuestra producción. Nosotros somos agroecológicos”, complementa Fidel Marino, otro productor que hace 20 años se dedica a la actividad agrícola.

Francisco Reynaga en su parcela de cacao donde aplica el modelo agroforestal. Foto: Nancy Vacaflor

En ambos territorios funcionan 48 cooperativas de cacao que son parte de la Central Regional Agropecuaria Industrial de Cooperativas El Ceibo, que tiene sede en la localidad de Sapecho a 230 kilómetros de La Paz (entre Alto Beni y Palos Blancos). Más de 1.300 familias trabajan en la producción de cacao. 

El Ceibo es productor de uno de los chocolates bolivianos con mayor reconocimiento. Tiene al menos 10 certificaciones, cuatro de ellas: Sello hand and hand, Naturland, Usda organic y UE organic, vinculadas a la producción orgánica. Los consumidores tienen la garantía de que cumplen con los requisitos ecológicos y sociales, que un producto es 100 o 95% ecológico y, finalmente, les permite comercializar en la Unión Europea. 

Esta es la razón “clave” para que los agricultores de estos dos municipios cuiden como un bien preciado sus cultivos de cacao, se trata de un producto que cruza fronteras, llegando a los mercados de Europa, Estados Unidos y, últimamente, a China.

En 2023, el cacao y sus preparaciones marcaron un récord importante al exportarse cerca de $us 3 millones por más de 621 toneladas. En enero del 2024, las exportaciones fueron por más de $us 1 millón, según los datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).

Antes, “el 30% se exportaba y el 70% se comercializaba en Bolivia. Ahora, más del 40% se está exportando debido a los costos y el 60% se queda en el mercado nacional”, afirma Heber Jora, director ejecutivo del PIAF, que es el brazo técnico de investigación y capacitación de El Ceibo.

Pero el cacao tiene que competir con el oro, ese metal preciado deseado en todas las sociedades, y que los Estados tienen como sus reservas. Es ambicionado por los precios altos, al 17 de septiembre, el Banco Central de Bolivia cotizaba la onza troy a $us 2,564.

Producto del boom del oro, también se han multiplicado las cooperativas auríferas en el país, solo en el departamento de La Paz son 1.300, donde hay una intensiva explotación de oro.

 

“Hemos visto que los municipios con vocación minera, nuestros vecinos de Teoponte, Mapiri, Guanay, han podido destrozar todas sus reservas hídricas, los arroyos están removidos por la maquinaria y eso queremos evitar. No queremos eso”, enfatizó el presidente del Concejo Municipal de Palos Blancos, Miguel Ángel Cahuana.

El alcalde de Palos Blancos, Berman Arancibia, remata con firmeza: “No creo que entre (la minería), yo le aseguro como autoridad; quizás de aquí a unos 50 años”. Afirma que esas operaciones si se autorizaría “sería dramático”. 

La diferencia entre los municipios mineros y los que tienen una vocación agrícola con cuidado del medioambiente, salta a la vista. Alto Beni y Palos Blancos “son un paraíso del país”, añade la autoridad edil.

“Sería desastroso si se encuentra contaminación por elementos pesados en nuestros productos, esperemos no llegar a esa situación”, añade Jora, al alertar que la contaminación a las cuencas grandes como el río Alto Beni o del Boopi de La Paz también puede afectar no solo los ríos, sino el suelo.

El alcalde municipal de Alto Beni, Beltrán Márquez, acompaña en la visita de la ANF a la parcela de Francisco Reynaga, porque la comuna es la más interesada en crear conciencia respecto al alcance y esencia de ser un municipio agroecológico.

“Nosotros (…) decidimos que no permitimos –a voluntad del soberano– el asentamiento de la minería en la jurisdicción de Alto Beni y Palos Blancos”, afirma en una clara postura que se ha ido construyendo en el lenguaje de las autoridades, de los agricultores y de la población dedicada a otras actividades.

Hay 60 solicitudes en suspenso

Lilian Molina no estaba equivocada cuando aseguró que los ciudadanos chinos en San Miguel de Huachi no tenían autorización para operar. Esa vez cuatro ciudadanos chinos y un boliviano fueron detenidos y conducidos desde ese distrito en Palos Blancos a la ciudad de La Paz. 

El director departamental de La Paz de la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM), Álvaro Antezana, en relación al tema dice que “si estaban ensamblando o armando el equipo se constituiría en parte de una actividad ilegal”.

Aunque en ambos municipios aseguran que se autorizó la explotación a los operadores mineros, Antezana lo niega: “No se ha otorgado ningún derecho minero en los municipios de Alto Beni y Palos Blancos”.

Reconoce que existen al menos “60 solicitudes de contratos administrativos mineros” en ambos municipios, las que están en “suspenso” en cumplimiento de la acción popular que interpuso la Defensoría de Pueblo contra esa repartición estatal.

El pasado mes de julio, las autoridades locales de los dos municipios presentaron a la AJAM sus planos municipales en cumplimiento de la Sentencia de la Acción Popular Nº 004-2023/AP de 25 de julio de 2023, para hacer conocer “sobre las áreas geográficas superficiales libres de explotación minera para su restricción”. 

“En este momento hay dos escenarios: de las solicitudes que se están tramitando se ha dispuesto la suspensión de estos trámites y, por otro lado, se ha remitido a la Dirección de Catastro Cuadriculado Minero para cumplir (la sentencia), es decir restringir. La dirección no tendría que otorgar reservas en estos dos municipios o en las áreas que nos han remitido la documentación”, precisó Antezana.

La autoridad dijo que la suspensión es temporal, mientras el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) revise la sentencia sobre la acción popular que interpuso la Defensoría del Pueblo en contra de un Auto AJAMD-LP//DD/ AUTO/547/2023 de la AJAM.

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Autoridades locales de ambos municipios presentaron mapas a la AJAM. Foto: Archivo ANF

Un colchón normativo sostiene la vocación productiva

Los gobiernos autónomos municipales de Alto Beni y Palos Blancos han blindado, a través de sus cartas orgánicas y normas, su vocación productiva agroecológica. La Carta Orgánica Municipal de Alto Beni lo denomina “Municipio ecológico” y que la base de su desarrollo económico es la “producción agroecológica diversa”. Y ya prevé “cero minería”.

La Carta Orgánica de Palos Blancos dice que el Ejecutivo municipal “prohibirá” la descarga de “efluentes (salida de agua desde un cuerpo natural) contaminantes a las masas superficiales y subterráneas de agua como ser: mercurio y yodo”; y la “descarga de inyecciones o infiltraciones de efluentes contaminantes a los suelos”.

Desde 2021, está vigente la Ley Municipal 233 que declara “al municipio de Palos Blancos como un municipio agroecológico, productivo y libre de contaminación minera en el marco de la seguridad alimentaria”. Además, está vigente la Ley Autonómica 097 que declara a Alto Beni, municipio ecológico “libre de la actividad y contaminación minera”. 

La Gobernación de La Paz promulgó en marzo de 2024 la ley departamental que declara a ambos municipios “agroecológicos, productivos, con recursos hídricos libres de actividad y contaminación minera”.

Por otra parte, la Defensoría del Pueblo interpuso una acción popular contra la AJAM de La Paz para que deje sin efecto una disposición 547/2023, mediante la cual programaba la realización de consultas previas en comunidades atendiendo las solicitudes de la Cooperativa El Planchón y otras.

En su petitorio la Defensoría dice que: “siendo que los derechos a la consulta previa se han vulnerado y existe una inminencia en cuanto a la lesión de derechos medioambientales y derecho a la vida y a una vida libre de contaminación del Río Beni, solicito se conceda la tutela y se deje sin efecto la (resolución) AJAMD-LP/DD/AUTO/547/2023”.

Un juez de Palos Blancos otorgó parcialmente la tutela para proteger los derechos del río Beni, del pueblo mosetén y de comunidades interculturales, de esa manera se dejó en suspenso todos los actos administrativos en relación a la resolución mencionada anteriormente.

La Acción de Conflicto Positivo de Competencias que presentó la Vicepresidencia del Estado ante el Tribunal Constitucional busca que esa instancia analice si la Ley Autónoma Municipal 097, no ha afectado o comprometido competencias constitucionales reconocidas al nivel Central del Estado, explica la entidad.

“Una acción constitucional como la señalada no pretende favorecer ni perjudicar a ningún sector productivo, y menos de manera negativa al sector agroecológico con quien compartimos su visión a favor de la Madre Tierra”, respondió la Vicepresidencia a un cuestionario de la ANF.

La agroforestería, un modelo que da esperanza

Antonia Reynaga vive en Sapecho y es productora de cacao. Tiene control de su entorno, su espacio doméstico y el productivo, en el que destaca el trabajo de las mujeres. Además, mira con preocupación las adversidades como consecuencia del cambio climático.

Su jornada de trabajo inicia en la madrugada, a las 4:00, cuando empieza a cocinar; a las 5:30 tiene todo listo. Ha preparado el desayuno que debe ser suculento, eso implica un buen platillo de arroz, yuca, phuti (plátano verde), huevo o carne.

“El trabajo es igual o quizás un poco más, porque hay que cocinar, atender a los hijos, —el trabajo es harto—, lavar la ropa, ordenar la casa, limpiar. Lo mismo en el lote: cosechar, desconchar, deschuponar, bajar las hojas que están por demás, bajar las mazorcas negras”, describe cada momento.

La preocupación no es solo la minería, comenta. También las adversidades producto de la crisis climática.

La sequía que en los últimos tres años se ha ido agravando, ha secado las plantas en especial las más pequeñas o ha impedido el crecimiento de los frutos. 

Cuando los arroyos no están secos, las comunarias trasladan agua para regar las plantas de la parcela. Piensa en algunas alternativas para hacer frente a los eventos extremos del clima como “acopiar o cosechar agua. Hemos hablado en reuniones, dijimos: ‘haremos hoyos’, pero con tanto sol se van a secar”.

Fidel Marino añade que los meses más complicados por la sequía son octubre y noviembre. Comenta que para contrarrestar esta situación los productores implementan la reforestación y el asocio de plantas. “Ya tenemos muchas parcelas reforestadas”, comenta.

Francisco Reynaga muestra que en su tierra practica el “chaco sin quema”. Asegura que implica una mayor inversión de tiempo y esfuerzo humano, pero dice que vale la pena porque se contribuye con el medio ambiente y la tierra. 

“Nos afecta bastante (el cambio climático), es por eso que nosotros ahora más que nunca estamos implementando los sistemas agroforestales. Eso significa que hay palmeras encima del cacao, para que no sienta directamente el impacto del sol”, relata. 

A decir del productor cada planta cumple un rol, los árboles más grandes dan sombra a los más pequeños y el sol no es tan inclemente. “Nos afecta ya sea el excesivo calor o el frío. El año pasado teníamos bastante frío y el cacao ha sufrido mucho”, comenta.

“Cada especie vive en comunidad y aporta al suelo”, complementa Yessenia Ibañez, agrónoma y consultora de Ecotop.

Explica que el monocultivo agota el suelo porque no funciona el cooperativismo entre especies como sucede en el sistema forestal. En el sistema agroforestal hay diversidad de especies de todo tamaño que aportan humedad y sombra.

Grafica que hay árboles frondosos que almacenan mucha agua como la ceiba o flor de mayo que en el sistema del bosque presta un servicio al resto de las plantas de su alrededor y esa es una bondad de muchas otras especies. 

¿Además de este modelo agroforestal es posible incorporar, por ejemplo, sistemas de riego? Responde con un rotundo, no. Considera que no es sostenible y es costoso, por tanto, no todas las familias podrían acceder. “Nosotros generamos agua, la captura de agua solo la tienen las plantas”, comenta la especialista. 

Ulises Ariñez, responsable de la Unidad de Medioambiente de la Alcaldía Palos Blancos, refrenda que los recursos económicos son limitantes, por esa razón apuestan con firmeza a la agroforestería.

“Hacemos un acuerdo con el bosque, con el monte, la naturaleza, si protegemos la naturaleza nos da agua”, explica. Añade que se impulsa un proyecto con la organización Natura para generar fondos que apoyen en la implementación de pequeños sistemas de agua.

Las mujeres juegan un rol fundamental en el hogar, en la producción agrícola, pero también en la conservación ambiental, en el cuidado del agua, en la disposición de los residuos. La Alcaldía perfila un proyecto con Caritas para que las mujeres lideren las acciones frente al cambio climático. 

La Central de Cooperativas El Ceibo ha implementado tres estaciones agrometereológicas para monitorear los cambios de clima, debido a las temperaturas extremas de los últimos tres años, siendo 2023 el más crítico. 

La institución tiene una visión de género, que no es retórica. Muchas de ellas participan en toda la cadena productiva del cacao certificado, por ejemplo, en la injertación de plantines, otro grupo mayor se encuentran en la industrialización, dice Jaro. 

Delicia Cangas es una de las injertadoras en El Ceibo. Sentada en un banquito pequeño permanece inclinada mientras manipula los plantines para hacer al menos 600 injertos. Es una de las áreas donde hay muchas mujeres.

Cangas reflexiona que la población no tiene conciencia del cambio climático, a pesar de que la situación se vuelve cada vez más crítica. Observa que hay menos agua, pero aun así persiste la deforestación y los incendios. Ella cree fervientemente que con un poco de esfuerzo se puede practicar el “chaqueo sin quema”.

“Hay regiones que son un desierto, no queremos eso porque vamos a tener más desastres naturales. Por eso somos una zona de producción orgánica, ese es nuestro potencial. “Con el tiempo no vamos a comer oro, pero sí podemos vivir de nuestros cultivos”, sentencia.

Delicia Cangas junto a otra trabajadora de El Ceibo: Foto: Nancy Vacaflor

Se trata de pensar en la “seguridad alimentaria”, dice Lilian Molina, porque su bosque productivo le ofrece una diversidad de productos que garantizarán los alimentos para que “mis hijas no sufran en el futuro”, afirma con sabiduría. 

“Nosotras cuidamos la flora, la fauna, cuidamos nuestro suelo, no quemamos, todo es chaco sin quema. Manejamos la poda y tenemos materia orgánica, bajamos las hojas se descomponen y las plantas tienen para alimentarse. Tenemos abono natural y hay poda natural por el viento. No usamos agroquímicos ni urea”, defiende con ahínco esa vocación productiva que rechaza una visión extractiva predominante en el país. 

Esta investigación fue realizada en el marco del Fondo de apoyo periodístico “Crisis climática 2024”, que impulsan la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático (PBFCC) y la Fundación Para el Periodismo (FPP)


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