Juan Carlos Salazar recibe el Premio Nacional de Periodismo. Foto: ANF
La Paz, 9 de diciembre (ANF).- El ganador del Premio Nacional de Periodismo de Bolivia, Juan Carlos Salazar, dijo la noche de este viernes que en un país respetuoso del estado de derecho los ministros que calumnian a los medios y a los periodistas deberían ser sancionados.
Además, consideró que en una democracia que se precie de ser tal, no debería haber periodistas estigmatizados, perseguidos o exiliados.
“En cualquier país respetuoso del estado de derecho, con una justicia independiente, acusaciones como las que formulan a diario algunos ministros bolivianos contra medios y periodistas merecerían una sanción por el delito de calumnia”, dijo.
Sin embargo, explicó que los periodistas en Bolivia no tienen dónde recurrir cuando son atacados por el poder, puesto que la justicia no es independiente.
Salazar dijo que que, cuando un ministro se siente atacado o injustamente tratado por un medio, puede acudir al Tribunal de Ética, pero “¿a quién acude el periodista que se siente víctima del poder? Debería ser a la Justicia. Pero, ¿qué pasa cuando la justicia está sometida al poder político y más bien es utilizada para perseguir a las disidencias como ocurre en Bolivia?”.
También indicó que “en una democracia que se precie de tal no puede haber periodistas estigmatizados o perseguidos. El exilio no puede ser la alternativa a la cárcel o a la humillación pública”.
Durante el acto de premiación Salazar estuvo arropado por sus colegas en la Asociación de Periodistas de La Paz, donde recibió la distinción por su destacada trayectoria.
Salazar es actualmente director del periódico Página Siete, uno de los diarios acosados por el Gobierno. El periodista decidió retirarse del periodismo activo y será reemplazado en el cargo desde mediados de diciembre por la actual subdirectora del diario, Isabel Mercado.
Salazar precisó que en Bolivia existe libertad de expresión, pero “esta libertad está bajo permanente acoso y en grave riesgo, como demuestran los permanentes ataques a los que están sometidos los medios que no comulgan con la verdad oficial”.
En su criterio, la asfixia a la prensa es en muchos casos violenta, como en las dictaduras, pero también utiliza “métodos mucho más sutiles, como el amedrentamiento para inducir a la autocensura, o el boicot publicitario, para doblegar al medio”.
Según dijo, estas presiones “tienen como agravante la utilización de recursos públicos: los medios estatales, para amenazar, y el dinero proveniente de los impuestos de todos para premiar adhesiones y castigar disidencias”.
Después de 52 años de ejercicio profesional, Salazar señaló que llegó a la conclusión de que el poder no quiere a los periodistas y aclaró que no sólo se estaba refiriendo al poder político, sino también al poder económico y a los poderes fácticos.
“No conozco ningún político opositor que no defienda la libertad de expresión ni a ningún gobernante que no la atropelle en mayor o menor grado”, indicó.
Salazar desarrolló la mayor parte de su carrera en el extranjero como corresponsal y director de la agencia DPA. Como él mismo rememoró, cubrió “el ascenso del militarismo en el Cono Sur, la “guerra sucia” argentina, la guerra civil centroamericana, el “período especial” en Cuba tras el derrumbe de la Unión Soviética, el alzamiento indígena zapatista de Chiapas”, además coordinar la cobertura del ataque a las Torres Gemelas y los primeros atentados yihadistas en Europa.
Con esa vasta experiencia en su haber, Salazar enfatizó que el principal destinatario del periodista es el ciudadano, “al único que debe su lealtad”.
En su ideal del periodismo, dijo que “interpelar y desconfiar del poder son cuestiones inherentes a la función social y a la misión del periodismo. Cuestionar y poner en duda la verdad única para contrastarla con la otra cara de la realidad, exigir la rendición de cuentas y hacer frente a la arbitrariedad y a la impunidad, forman parte de esa misma misión”.
Señaló que él intentó practicar ese tipo de periodismo a lo largo de su vida y es el tipo de periodismo que esperaría que practiquen las nuevas generaciones.
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