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Presidente filipino llama “homosexual e hijo de puta” a Goldberg, el exembajador de EEUU en Bolivia

El presidente Duterte es un soez político filipino, que no mide sus palabras y que llegó a decir que el papa Francisco “es un hijo de puta” cuando la llegada del Pontífice causó embotellamientos de tráfico en Manila, la capital filipina.
11 de Agosto, 2016
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Rodrigo Duterte y Philip Goldberg.
Rodrigo Duterte y Philip Goldberg.
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La Paz, 11 de agosto (ANF).- El presidente filipino Rodrigo Duterte llamó “hijo de puta” y “homosexual” al embajador de Estados Unidos en ese país, Philip Goldberg, el mismo diplomático que fue expulsado por el Gobierno de Evo Morales en 2008.

Duterte expresó en un discurso que le dijo lo siguiente al secretario de Estado norteamericano, John Kerry: "Como usted sabe, me peleo con el embajador. Su embajador homosexual, hijo de puta. Me jode".
Kerry negó los dichos y expresó que la conversación había sido “decente y tranquila”, pero tras conocer la versión de Duterte, ordenó que el jefe de misión de Filipinas en Washington sea convocado para explicar esos dichos.

Goldberg fue acusado por Duterte de entrometerse en la política filipina por haber criticado recientemente las decenas de ejecuciones extrajudiciales que se realizan en ese país. Como embajador en Bolivia fue expulsado por Morales por supuesta intromisión en los asuntos internos del país.

Duterte es un soez político filipino, que no mide sus palabras y que llegó a decir que el papa Francisco “es un hijo de puta” cuando la llegada del Pontífice causó embotellamientos de tráfico en Manila, la capital filipina.

Llegó al poder tras una polémica campaña en la que usó un lenguaje grosero, atípico para los políticos.

Durante la campaña electoral Goldberg era embajador en Australia, desde donde criticó una broma que hizo Duterte sobre la violación colectiva y asesinato de una monja australiana en Filipinas, que murió cuando fue tomada como rehén en una prisión.

“Pero era tan guapa… ¡El alcalde debió haber sido el primero (en violarla)!”, dijo Duterte en abril pasado al comentar la muerte de la religiosa, ocurrida años antes. Su declaración causó una ola de indignación, aunque él se negó a disculparse.

Pero lo más preocupante del nuevo régimen de Duterte son los asesinatos extrajudiciales. Desde que se inició la “guerra contra las drogas” en julio pasado, unas 800 personas han muerto a manos de la Policía, según medios filipinos. Todos murieron en la calle o celdas policiales, casi siempre esposados y vendados. Ninguno había sido acusado por un juez.

Durante su campaña electoral, Duterte –quien pide que se lo llame "el castigador"– anunció que "se olvidaría de las leyes en materia de derechos humanos". Expresó a los traficantes de droga: “váyanse del país antes de que los mate a todos en plena calle”.

El presidente, que es paradójicamente un abogado, fue elegido a principios de mayo y su popularidad sigue alta.

Filipinas es un aliado importante de Estados Unidos en el sudeste asiático, especialmente con respecto a las relaciones con China.

/ANF/

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