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70 años de historia: ¿Cómo vivió Bolivia la creación de Naciones Unidas?

“El indio no debe ser incorporado a la vida civilizada (...) es la civilización occidental la que debe incorporarse a la vida del indio respetando y enriqueciendo las grandes virtudes que este grupo humano que ha contribuido con brillo a la cultura universal”, dijeron dos ministros de educación de Bolivia y Perú.
27 de Julio, 2015
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El presidente Gualberto Villarroel.   Foto: Archivo
El presidente Gualberto Villarroel. Foto: Archivo
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La Paz, 27 de julio (ANF).- En 1945, año de la creación de la Organización de las Naciones Unidas, Bolivia rechazaba el derecho al voto para los analfabetos, mientras que la rebelión indígena ensangrentaba fincas. Las publicidades impresas en los periódicos reflejaban la imagen de un país blanco de clase media.

Hace exactamente 70 años, el Rotary Club rindió un vibrante homenaje al "Día de la Raza". Durante el mismo acto, su presidente, un doctor de apellido Pacheco, desarrolló “una amena e interesante charla sobre el siguiente tema: Breve estudio sobre las corrientes modernas de la literatura castellana, que fue aplaudidísimo por los concurrentes”, indica La Razón.

El periódico "La Calle" relata una discusión en el seno de los Amigos de la Ciudad, sobre el tipo de adorno que conviene colocar en pleno Prado: “Hay quienes creen que allí debe ponerse una fuente luminosa; quienes juzgan que no, que las fuentes luminosas ya son cosa pasada y rococó. Que allí debiera ponerse una severa estatua griega: Venus afrodita o la manca de Milo. Lo más grave en todo esto (…) es que todo se puede concebir y aceptar para este monumento de ornato público, pero que se debe evitar sistemáticamente el que nuevamente vaya por allá a subir indios. (…) Rechazar lo indio en La Paz es como rechazarnos  a nosotros mismos. Y esto a mucha honra.”

Los ministros de Educación de Bolivia y Perú, reunidos en Arequipa, resumían en diez puntos el “problema indígena”. Primer punto: “los países consideran el problema indígena como un problema de Estado de carácter social, económico, sanitario, vial, agrario, educacional, jurídico, a cuya solución tienen que concurrir con sus mejores esfuerzos”. Segundo punto: “el indio no debe ser incorporado a la vida civilizada, como es principio aceptado por la generalidad de las entidades que tratan este problema; que es la civilización occidental la que debe incorporarse a la vida del indio respetando y enriqueciendo las grandes virtudes que este grupo humano que ha contribuido con brillo a la cultura universal”.

Los analfabetos no son ciudadanos

El 6 de noviembre 1945, la honorable convención nacional deliberó sobre si convenía, al final, conceder el voto a los analfabetos en la nueva Constitución boliviana. El comentarista Ciro Félix Trigo comentaba: “la gran mayoría de los analfabetos, por ser gente ignara, incapaz de raciocinar con sindéresis acerca de los intereses superiores del Estado, se inclinará por aquellos sectores o grupos partidarios que realicen la mejor prédica demagógica y vendrán a significar factor determinante en la vida institucional del país. Los candidatos tendrán que colocarse en una competencia desleal para ofrecer cosas de gran efecto y, de esta manera, la política nacional estará supeditada a los deseos, intereses o veleidades de quienes no tienen una clara conciencia para juzgar lo bueno y lo malo: lo hacedero y lo utópico. Se producirá de tal suerte una desjerarquización perniciosa de la política y sucederá en esta materia lo que proclama la sabia ley de Gresham en economía, es decir que el mal ciudadano desplazará al bueno”.

Finalmente, la Convención Nacional consideró improcedente dicha reforma constitucional. El ministro Jorge Calero indicaba que “el campesino debe ser incorporado a la civilización nacional en forma gradual, y, para tener derecho a votar se debe tener en cuenta la necesidad de que sepan leer y escribir”. Es el “triunfo del buen sentido”, comentaba en titular La Razón, el 9 de noviembre: “la opinión pública se siente aliviada de sus justificadas aprensiones con el fin que ha tenido en la convención el proyecto de pretendía crear en el país una ciudadanía de analfabetos. Todos los sectores de esa opinión se pronunciaron, con unanimidad muy significativa, en contra de tal propósito y el voto ha dejado fuera de debate este asunto inquietante”.

El presidente, teniente coronel Gualberto Villarroel, a tiempo de tomar el juramento a la decimocuarta constitución boliviana, declara: “Es de esencial importancia este acto, porque demuestra al mundo que el pueblo boliviano, después de reconquistar el derecho de conducir sus propios destinos, ha adoptado por intermedio de sus representantes natos, un código fundamental para regular su desenvolvimiento, de acuerdo a sus necesidades, conforme a los anhelos de superación individual y colectiva y en armonía, con el espíritu de independencia y libertad que inspiró la fundación de la República”. Comentario desilusionado de Fabián Vaca Chávez: “Lo único que cabe lamentar es que no se nos hubiera dado la constitución más original del mundo, cosa que ha estado en las manos de los señores convencionales, con nada más que haber dado paso a la iniciativa genial de convertir en ciudadanos a los analfabetos, lo cual se imponía no tanto como una novedad cuanto porque habría sido muy justo que si algunos analfabetos pueden ser elegidos, los analfabetos en conjunto pudieran ser declarados electores. Cuestión de lógica y de equidad.”

Rebelión indígena

La Razón del 2 de diciembre 1945 informaba que en la sección Keluyo de la finca Las Canchas de Potosí se produjo una sublevación indígena en la que intervinieron cerca de 1.500 campesinos. El gobierno envío por allí al sub director de la policía, con el mandato de sofocar la conjuración que amenaza con propagarse a las regiones de Turuchipa y Mataca. Se indicaba que “el origen de la sublevación se cree que sea de carácter político”. También el diario El País de Tarija informaba que “insistentes rumores” indicaban que se ha producido otra sublevación indígena en la finca Los Molinos, ubicada cerca de Aiquile. Unos 800 indígenas se habrían levantado contra los propietarios, la familia Méndez, “con fines que se desconocen”. Según el corresponsal de El País en esta región, “23 soldados que fueron a dicho lugar habían sido cercados por los revoltosos”. Luego, siempre según El País, “el movimiento se extendió rápidamente por las principales haciendas de la provincia Mizque, dominando hasta ahora la huelga de brazos caídos en la Laguna, Sachavuc, Cuchu, Tin Tin, Toro Toro, Torreyuc, Racay Pampay y otros. (…) Fueron detenidos en la oficina telegráfica de Mizque dos indígenas que se apersonaron allí con el propósito de enviar ciertas comunicaciones al Ministro de Gobierno, quejándose de la situación aflictiva que tienen debido a los malos tratos que son objeto por parte de los propietarios.”

Según El Diario del 4 de octubre, un convencional, el Honorable Otazo, “hizo hincapié a los atropellos y falta de garantías a los campesinos. Denunció graves hechos de sangre y los pretextos fútiles de los propietarios ante la negativa de campesino a trabajar a raíz precisamente de los atropellos que sufre y de la explotación. Dijo que los gamonales están acostumbrados a explotar al país, desde la colonia en todo aspecto. Las barbaries de los gamonales es similar a los crímenes del nazismo y la honorable Asamblea tendrá que espetar avergonzada, asombrada, al ver la espalda de este indígena herido por su patrón, expresó a tiempo de hacer ingresar al indígena herido”. El H. Araoz Campero presentó una minuta que fue aprobada en sentido de que “el Ministerio Público inicie y active los procedimientos legales para sancionar a los autores de las heridas del indígena que ha sido exhibido en la Asamblea”.


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