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Cultura y farándula

La otra cara de Hochschild, el magnate que salvó a miles de judíos, entre ellos centenares de huérfanos

Promovió y, en parte, financió la mayor inmigración judía a Bolivia. De esa forma, salvó al menos a ocho mil almas de los hornos de cremación del régimen nazi y pretendió, al mismo tiempo, convertir a Bolivia en un país con una agricultura moderna. El segundo objetivo de su plan fue un fracaso. El historiador León Bieber, que recogió documentos en Nueva York, y los archivos de la Comibol, revelan el lado benefactor de este empresario minero que vivió en Bolivia 21 años, pero tuvo que huir de Bolivia.
1 de Octubre, 2016
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Esta es la foto de los niños judíos del Kindergarten de Miraflores. Foto: Archivo de Comibol
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Mery Vaca

La Paz, 2 de octubre (ANF).- Una fotografía en blanco y negro de decenas de niños judíos tomada en el Kindergarten Miraflores, en la final de la calle Díaz Romero de la ciudad de La Paz, encabeza una carta dirigida al magnate minero Mauricio Hochschild, pidiéndole ayuda para construir otro piso en vista de que los pequeños que concurren allá ya son muchos y en la previsión de que muchos más llegarán. Estos y otros niños habían sido traídos a Bolivia para ponerlos a salvo del régimen nazi entre 1938 y 1940.

“Como el local que ocupa este establecimiento educacional es propio en vista de la cantidad de niños que están aquí y quieren venir, es conveniente construir otro piso más para eso se necesita mucho dinero. Esperamos su ayuda. Todos los niños estaremos gratos”, indica la misiva que se encuentra en el archivo de la Comibol, en El Alto.

Esta carta es uno de los múltiples documentos que existen en el Sistema de Archivo Histórico (SIAH) de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), que prueban que Hochschild tuvo al menos dos lados: la del empresario minero explotador, y la del ser humano benefactor.

Mauricio Hochschild, el magante minero de origen judío-alemán que vivió en Bolivia entre 1921 y 1944, es conocido, igual que Simón Patiño y Carlos Víctor Aramayo, como uno de los barones del estaño que explotó las entrañas de Bolivia con el único fin de enriquecerse.
Los tres son recordados por sus artimañas para evadir impuestos, por sus métodos de explotación laboral y por su ostentosa vida gracias a las utilidades del estaño  boliviano.

Sin embargo, últimamente ha salido a flote la otra cara de Hochschild, quien según documentos recogidos por el historiador León Bieber en Nueva York y otros que se encuentran en el archivo de la Comibol en El Alto, fue el hombre que salvó al menos ocho mil vidas de judíos de los hornos de cremación del régimen nazi, entre ellos centenares de huérfanos.

“Hemos encontrado notas donde se evidencia que ha salvado a niños huérfanos del holocausto. Hay una carta de Francia donde solicitan la inmigración de cerca de mil niños huérfanos desde Francia”, cuenta Carola Campos, la directora técnica del archivo de la Comibol, en declaraciones a ANF.

La forma que Hochschild encontró para ayudarlos fue promoviendo la mayor inmigración judía hacia Bolivia entre 1938 y 1940. Su idea no solo era ayudar a otros judíos como él, sino, generar una revolución agraria en Bolivia, un objetivo en el que finalmente fracasó.

Su mayor aporte, cuenta el historiador Bieber a ANF, fue haber creado la Sociedad de Protección a los Inmigrantes Israelitas (SOPRO) y la Sociedad de Colonización de Bolivia (SOCOBO). La primera organización estaba destinada a obtener financiamiento para recibir a los judíos que llegaban sin nada desde Europa y requerían desde lo mínimo para sobrevivir, y la segunda, para poner en marcha el proyecto agrícola en la zona de Nor Yungas de La Paz, donde fueron compradas tres haciendas para recibir a los judíos. 

La misma década de los 40 desapareció la SOCOBO porque el trabajo agrícola no era rentable y porque los judíos, que habían estado acostumbrados a una vida urbana, prefirieron abandonar Bolivia en busca de un mejor destino. Ahí murió el sueño de empresario minero de convertir a Bolivia en un moderno país agrícola.

Si bien Hochschild puso una gran cantidad de dinero para ayudar a los judíos, “lo importante no fue la ayuda financiera, sino que él fue el arquitecto de estas dos organizaciones para poder integrar a los judíos a la vida boliviana”, explica Bieber, quien también es un descendiente judío nacido en La Paz en 1943.

De hecho, la mayor parte de la cooperación era gestionada ante el Comité Judío Estadounidense (JOINT, por sus siglas en inglés), de donde se canalizaban los fondos para garantizar la vida de los judíos recién llegados.

León Bieber, que es un estudioso de la presencia judía en Bolivia, publicó el año pasado el libro titulado “Dr. Mauricio Hochschild”, en el que explica que en 1935 empezó la persecución nazi a los judíos en Alemania, donde se les restringió una gran cantidad de sus derechos por lo que el empresario trajo a Bolivia, en primera instancia, a su familia, para luego seguir con esa cruzada que posteriormente extendería de Bolivia hacia Chile y Perú, donde también recibió a los refugiados.

En 1938 convenció al presidente Germán Busch de que emitiera un decreto para permitir la inmigración judía y entonces se abrieron las puertas del país de par en par. “En Bolivia no debemos hacernos partícipes de los odios de las persecuciones”, decía el decreto que está citado en el libro de Bieber.

Muchos judíos fueron contratados en las empresas de Hochschild, donde, dicho sea de paso, ganaban sueldos que apenas les alcanzaban para la sobrevivencia, según testimonios recogidos por Bieber.

Otros fueron destinados a las haciendas de Nor Yungas y la mayoría se quedó en las ciudades para emprender negocios de todo tipo. Los médicos que llegaron no pudieron ejercer, salvo en las provincias, porque los profesionales bolivianos veían en ellos una competencia, según relata Bieber.

En el afán de promover la producción de los judíos, en octubre de 1943, según consta en el periódico La Noche de la época y que también se encuentra en archivo de la Comibol, se realizó en La Paz una gran exposición de productos de la que participaron el propio presidente de la República y, por supuesto, Hochschild.

Entre tanto, se decretaron en Bolivia medidas gubernamentales para obligar a los empresarios mineros a pagar más tributos al Estado y ante la negativa de Hochschild de acatar las mismas, estuvo a punto de ser ejecutado por orden del propio presidente Busch, más tarde sería encarcelado y hasta secuestrado durante el gobierno de Gualberto Villarroel, aunque nunca quedo claro quien estuvo tras esa trama. Tras ser liberado, salió de Bolivia rumbo a Estados Unidos para nunca más volver.

Después de él se irían de Bolivia la mayoría de los judíos, sobre todo después de la revolución del 52. 

De los niños de aquella foto del Kindergarten de Miraflores, probablemente quedaron algunos, aunque por la cantidad de años transcurridos es probable que los que permanezcan con vida, si es que hay algunos, sean muy pocos.

La comunidad judía en Bolivia está compuesta por descendientes de aquella oleada migratoria y, según Bieber, la mayor cantidad (unos 400) vive en Santa Cruz de la Sierra.

Oskar Schindler, que salvó a 1.200 judíos empleándolos  en sus fábricas, mereció que su historia fuera llevada al cine por Steven Spielberg. El tiempo dirá qué rumbo toma la historia de Mauricio Hochschild, quien hizo ocho veces más que Schindler.

Mira en la galería la carta de los niños del kindergarten, la foto de Hochschild y la foto del periódico la noche de 1943, cuando se expusieron los productos de los judíos en La Paz.

/MVV/

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