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Cultura y farándula

“El Horario”, un pasado que es futuro

¿Por qué los héroes pueden ser también villanos? La historia tiene dos mil años de antigüedad, pero está vigente en este Siglo XXI y seguramente se repetirá muchas veces más. Una propuesta de Imagina en el FITAZ.
26 de Marzo, 2012
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Logotipo del Fitaz. Foto: ANF
Logotipo del Fitaz. Foto: ANF
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Por LUPE CAJIAS

La Paz, 26 Mar. (ANF) - La historia tiene dos mil años de antigüedad, pero está vigente en este Siglo XXI y seguramente se repetirá muchas veces más. ¿Por qué los héroes pueden ser también villanos? ¿Cómo deben reaccionar los pueblos ante un hombre que los salvó del desastre, pero que acto seguido asesinó a otro ser humano, sin necesidad?

Durante 50 minutos, el debate fue desarrollado de forma lúcida, limpia  y sin tropiezos por uno de los más recientes y más prometedores electos teatrales bolivianos. Imakina, Comunidad Teatral, presentó su propuesta en el Teatro Modesta Sanjinés en el marco del VIII Festival de Teatro de La Paz, FITAZ.

La duda inacabable aprovecha la leyenda de los Horacios, patricios romanos. El padre apoya al hijo cuando sale elegido para lograr consolidar la soberanía de Roma en la ciudad vecina. Gana la batalla personal contra el adversario, quien a la vez es amado por su hermana. Ella, romana, lo recibe con laurel; ella enamorada, le reclama el extremo y él la mata como mujer apiadada por el enemigo y por tanto ella misma enemiga de Roma.

Sin embargo, el pueblo no acepta su exceso. ¿Por qué maltratar a la muchacha? ¿Era necesario? El padre, el otro Horario, clama por el reconocimiento a su hijo pues es el que más ha perdido. Pero el pueblo le responde: ¿debe un asesino ser enterrado con honores?

Mario Aguirre, aprovecha este texto de Tito Livio, ya presentado por Bertolt Brecht y reescrito por Heiner Müller, para reflexionar sobre Bolivia- país al que se recuerda por las danzas que matizan el drama- y sobre la región, donde los salvadores de la pendiente liberal pueden ser también autores de agravios contra el pueblo.

Luis Caballero demuestra su continuo crecimiento actoral como Horacio, el héroe que excede su poder. Francia Oblitas, hermana, consciencia, pueblo, coro, actúa como ya nos tiene acostumbrados: impecable. También se lucen los juveniles Gino Ostuni y Luis García-Tornell, quienes son una muestra de las nuevas generaciones de actores bolivianos.

La obra se estrenó en el FITAZ pero estará de temporada durante este año.
 
“MÁTAME”, la violencia cotidiana
 
La reacción de los espectadores se puede dividir en dos: unos, sobre todo las mujeres mayores, aterradas, cubriéndose el rostro; un par no aguantaron la hora que dura la obra; otros, nerviosos, como el grandulón que miraba a mi lado, con su pierna temblorosa y su risita casi tonta aún en los momentos más sangrientos.

La nueva obra del joven dramaturgo Eduardo Calla no deja indiferente a nadie, aunque seguramente muchos la verán como un exceso de violencia, casi tanta como a diario nos presentan los telenoticieros o el telepolicial.

“Mátame” sigue la saga de Calla, quien- como ya dijimos en otra ocasión- prefiere mirar junto a otros jóvenes una porción de nuestro cotidiano que no aparece en las casitas burguesas, en los hogares simpáticos: el maltrato al límite de la perversidad. Si ya hizo sufrir al público con otras obras como “Smell”, en esta ocasión no hay tregua y se suceden escenas teñidas de rojo, de moretón, de sogas, de cuchillos, de vómitos y de palabras obscenas en medio de besos obligados y ambientes de putero.

Se estrenó en el marco del VIII Festival de Teatro de La Paz, este 24 de marzo, en el escenario alternativo “Desnivel”.

La obra es fuerte y tiene momentos innecesarios como la discusión de un humor negrusco sobre las tesis universitarias. Aparentemente se inicia con la idea de la represión durante las dictaduras, pero ya la segunda frase pasa al rechazo social por los hippies o por cualquiera que sea marginal. ¿Cómo un “niño bien” puede ser diferente, un estorbo social? Las frases siguientes intentarán darnos una respuesta, tan absurda como todas las explicaciones que intentan justificar alguna discriminación.

El autor, como suele hacer Calla, introduce casi al final un texto poético, que lee el malvado (¿una incoherencia?), para recordarnos su propio sentir, para exponerse un poco más a la crítica y a su sensibilidad personal.

Un malvado interpretado por Christian Mercado, sobre cuyos hombros descansa toda la tensión dramática, contrapuesta con una Patricia García, casi muda, que solloza todo el tiempo y cuyo talento es desaprovechado en este rol.

El joven “bien” es interpretado por un flamante actor, muy bien entrenado en sus silencios y pocas palabras, Reyes Ríos. Completan el trío un marido y otro agente. Otro acierto es el uso de las nuevas herramientas para subrayar la dramaturgia, como la música estrepitosa y el video completando la historia, aunque este recurso no convence a muchos dramaturgos.

El lleno de todas las butacas y con gente esperando que alguien falte, en el horario de 10 de la noche, muestra que Calla tiene un público cautivo, marcadamente los jóvenes de la democracia, que tienen lecturas diferentes sobre la violencia de este nuevo siglo.

///sa///



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